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El otro de la máscara
Por Mario Buchbinder
Psicoanalista - Director del Instituto de la Máscara
mario@buchbinder.com.ar
 

Propósito

Me propongo establecer relaciones entre el tema de la máscara, el otro, el migrante y el refugiado, en la subjetividad individual y social.

El otro y la máscara

El otro es lugar de afirmación, de identidad y también lugar de proyección y de rechazo. Este doble aspecto de afirmación y rechazo, marcará muchos de los destinos del lugar del otro, en última instancia, en calidad de amigo o enemigo. En la medida que hay dependencia e imprescindibilidad con respecto al otro, también se genera rechazo. La identificación con el otro, al mismo tiempo, marcará la necesidad de su diferenciación. Esta no siempre es posible de jugarla en los caminos de elaboración sino que puede llevar a través del rechazo, al camino de la actuación y la agresión.

Freud definió la complejidad del otro: En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo. [1]

Este entrelazado de las distintas funciones del otro con lo individual y lo social habla de lo arduo de la deconstrucción de ese entramado.

Se rechaza en la realidad, lo real del otro, en el que se proyecta el temor de la existencia, lo desconocido, lo siniestro. Eso abominado, definido por ciertos rasgos, en realidad es una máscara rechazada.

¿Por qué la denomino como máscara? Por el entrelazamiento de rasgos, por los aspectos míticos, por el aspecto de ocultación y de encubrimiento, por los aspectos proyectados.

Si en un momento una máscara puede ser rechazada en otros puede ser idealizada, esa oscilación en el curso de la historia puede ser un misterio y a su vez acercarse a su dilucidación.

¿Cómo puede un pueblo rechazar al inmigrante si ese mismo pueblo, poco tiempo antes, tuvo que migrar por la miseria y la represión? Esta contradicción genera condiciones para el rechazo, por que el otro hace presente lo denegado de la propia historia. Esto que ocurre con el migrante ocurre también con los afectados por la miseria, el racismo, el diferente, el discapacitado, el refugiado.

El otro hace presente el pasado o el futuro, aquello que aparece como el destino que no puede manejarse.

El ideal de dominación, totalitario, es desmentido por lo real del otro. Por lo que el otro debe ser negado, forcluido, desmentido, eliminado sin clemencia.

¿Por que tanta intensidad del otro?: El poeta afirma que yo es otro. El yo es otro, en la medida que está constituido por el otro en el modo de objetos interiorizados, no sólo desde su historia, sino desde su prehistoria.

Se discrimina al otro desde la ficcionalidad de ubicarlo como máscara, para luego ser rechazada. Esa ficcionalidad construye relatos, personajes, cuerpo.

Se estructura como una escena, la escena de la discriminación. Los afectos son los del odio y la destrucción. Los mecanismos predominantes son los de la denegación, la proyección y la forclusión.

Desenmascarar la discriminación, implica dar cuenta de la máscara y de los componentes de la escena mencionados. Es una escena doble: una estructurada en la superficie y otra subyacente, una protoescena donde predominan aspectos primarios y los mecanismos antes mencionados.

En la escena, el discriminador no puede salir “limpio” de ella, por que al discriminar queda marcado a su vez por la discriminación, circuito interminable de destrucción. El discriminante al instalar o reproducir la cultura de la discriminación lleva a diseminarla y perpetuarla como universalidad.

Los episodios de crueldad que se juegan contra los inmigrantes y al mismo tiempo las evasiones desesperadas, no sólo están imbuidas de racismo y autodestrucción, sino que también “representan” el ser social del tardo capitalismo por el cual el otro es fuerza de trabajo y mercancía que queda desvalorizada por fuera de su uso.

Parece imposible de ser solucionado en la medida en que parece imposible de modificar esas entidades socioeconómicas y esas relaciones humanas.

El emigrante parece insertarse en la literalidad de la relación amo - esclavo que marcan también a los racismos y los totalitarismos del siglo XX.

En este texto se menciona el migrante, la miseria, el racismo, el diferente, el discapacitado, el refugiado. Tienen una escena común: la escena de la discriminación y del rechazo. “Ese no pertenece, debe ser expulsado”. Es la discriminación destructiva, de odio, no elaborativa. Frente a ella propiciamos la discriminación incluyente, amorosa, simbólica y elaborativa. Hanna Arendt, retomada luego por Agamben, señalan que el refugiado caracteriza la subjetividad contemporánea.

En la problemática de la relación con el otro, la utilización del concepto de Máscara, lleva a dar cuenta de lo complejo y del contrapunto entre lo conocido y lo desconocido, lo familiar y lo no familiar, lo ominoso, el amor y el odio, lo histórico y lo mítico, lo consciente y lo inconsciente.

Esta complejidad junto con los factores sociales, económicos y culturales, aproximan a una mayor comprensión del fenómeno de la relación con el otro y la discriminación.

Portación de rostro

En Argentina la llamada, portación de rostro, se acentúa con mayor o menor intensidad según los grados de democracia o autoritarismo existente. Me refiero a que según sea la vestimenta, el color de la piel, el largo del cabello, la edad, los gestos, la proveniencia, etc., una persona es aceptada o es rechazada con distintas intensidades.

Qué es la máscara

Debemos diferenciar las máscaras de muerte de las máscaras de vida.

Las máscaras sociales, las artísticas, teatrales, etc.

Se toma en cuenta por un lado las máscaras cotidianas las que el sujeto porta en su cotidianeidad y que se construyen a lo largo de su historia y por otro lado las máscaras personajes que son las construidas con distintos materiales y que el sujeto puede ponérsela sobre el rostro o en diferentes partes del cuerpo. Por ejemplo, muchas de las máscaras del carnaval son máscaras personajes.

La definición de máscara lleva a ocuparse del maquillaje, la vestimenta, los rasgos de la cara y del cuerpo, el lenguaje, el disfraz, etc.

Hay una definición de máscara que se refiere a aquella con la que se oculta el rostro. Otra que incluye a todo el cuerpo, ampliándola a los gestos, la vestimenta, el lenguaje, las instituciones, las ideologías, las teorías. Elementos que ocultan y que al mismo tiempo revelan. Una definición que acuñamos es: La máscara es el órgano de superficie del conjunto de las relaciones sociales. Órgano desde la etimología latina, entendido como instrumento; y a su vez, órgano porque tiene un aspecto histórico social, cultural y mítico en relación a los relatos y rituales de la cotidianeidad así como en sus orígenes en poblaciones primitivas.

La máscara abre al otro, desde el juego de ocultar y desocultar, desde su indefinición y definición, desde la atracción y su antropomorfismo, desde lo familiar y lo no familiar, desde la incógnita.

¿Por qué abre al otro?

La máscara es el otro de uno, del que la porta, como desde el que la observa.

Es la figuración antropomórfica del fantasma, del Otro, de las fuerzas que están mas allá de lo que el sujeto puede dominar.

Se corresponde en este sentido con la temática de la alienación. La máscara da figuración a aquello otro alienado que no se puede poseer.

Es fantasma bueno o malo, positivo o negativo. Implica alguien detrás de. Oculta algo. Es una de las semejanzas y diferencias con los íconos en general. La función de ocultar de los íconos es una "función de máscara

La sociedad del espectáculo

Las características de la sociedad del espectáculo se acentúan con la sobreestimulación del valor del dinero, la promoción de la inautenticidad en el neoliberalismo, la fetichización de la mercancía, la homogenización de los media, la aceleración y bombardeo de la información. La relación autenticidad no autenticidad lleva a acentuar la presencia de la máscara, por ejemplo, en cuanto al ocultamiento y desocultamiento.

El carácter de máscara lleva a sobrepasar el lugar de la comunicación simple para llevar a una complejidad en la cual el otro se oscurece y recarga con multiplicidad de significaciones. Desde una racionalidad seca lleva a una sobrecarga de elementos míticos y fantasmáticos, en la serie de lo amenazante o protector; en este sentido, el otro es máscara amenazante o protectora.

Etimología de la palabra máscara

La palabra persona viene de personare ‘resonar’ y alude a la máscara que los actores usaban en el teatro. De tal manera persona significaría ‘máscara’, ‘papel del actor’, ‘carácter’. Persona correspondería al griego prósopon (πρόσωπον). Se relaciona también con la palabra etrusca phersu (φersu) relacionada a su vez con el vocablo griego Persephóne (περσεφόνη), que designaría originariamente en etrusco la personificación de un dios del inframundo que guiaba a las almas al Hades.

Máscara, probablemente del árabe máshara 'bufón, payaso', 'personaje risible'.

Levinas, el rostro, la máscara y el otro

Si diferenciamos máscaras de la autenticidad de las no auténticas considero el rostro como una máscara de la autenticidad vs. la máscara de la no autenticidad.

No es que el rostro no tenga máscaras sino que está constituido por máscaras con grados altos de autenticidad. Hay algo de desnudez en el rostro. Por esto el rostro sobrepasa, como diría Levinas, las características anatómicas para encontrarse con el ser. El rostro es un antídoto frente a la discriminación y al racismo.

La búsqueda de rasgos de identificación por un lado se relaciona con lo imprescindible de la identidad que se inicia en la identificación del bebé con la madre, en particular con el pecho y los procesos de diferenciación posterior. En la base del racismo se sobredimensiona la imagen del otro como amenaza por la igualdad y/o por la diferencia conmigo. La igualdad lleva en el racismo a la destrucción del otro; por la diferencia a la necesidad de suprimir al otro, debido a que los mecanismos de discriminación imaginarios y simbólicos no son efectivos.

Si el otro se polariza, en última instancia, entre el amor y el odio, esto se manifestará en la subjetividad social como individual.

El psicoanálisis releva la pulsión de muerte y el malestar en la cultura como destinos de la subjetividad donde se hace presente el otro y la máscara.

Interrogantes: ¿Hay relación entre la discriminación a nivel social y la subjetividad individual? ¿Hay relación entre la subjetividad individual y la social? ¿Qué anclaje en la subjetividad tienen las políticas discriminatorias? ¿Cuál es la significación del otro y el Otro: el doble, el fantasma, la sombra, lo ominoso, el amor el odio, el racismo?

Imaginarios en pugna

¿Qué imaginario construye el que emigra, cuál el del que se queda en el lugar de origen y cuál el del lugar de recepción?

Claro que el refugiado caracteriza la subjetividad contemporánea; la necesidad de colocarlo en un sector de la sociedad lleva más que a una resolución, al ahondamiento de la problemática y a su enmascaramiento.

No infrecuentemente se producen imaginarios complementarios: el de llegar a la tierra de promisión y por otro lado el de rechazar a quienes llegan a ocupar ese lugar “paradisíaco”.

Transparencia y opacidad

“La transparencia se opone a la máscara.”
Octavio Paz, Corriente alterna pág. 44

La transparencia puede ser vivida, puede tener el encuentro con la libertad creadora o el temor a esa libertad y el temor a la nada de la transparencia.

La máscara como transparencia lleva a las “máscaras de las máscaras”, como posibilidad infinita, y lleva al temor, a la multiplicidad y a la pérdida de los sentidos. En la individualidad es la reedición de la pérdida de la mónada (madre bebé), en lo social es salir de una causa única, de Dios, para pasar a la relación entre lo determinado y lo indeterminado.

La máscara hace presente el doble juego de la opacidad y la transparencia. El otro como máscara nos desafía en esa incógnita. La transparencia puede ser sin fondo. La opacidad puede tener la contundencia del sin sentido y/o la de un espejo inesperado. La transparencia puede representar el encuentro con la libertad creadora o el temor a esa libertad y el temor a la nada de la transparencia.

La indeterminación de la máscara posibilita el pensamiento de la multiplicidad y de la complejidad, el poder ser uno y el otro simultáneamente.

Consideraciones sobre la máscara

1º Es el órgano de superficie del conjunto de las relaciones sociales

2º La máscara piensa desde la imagen, el relato, el ocultar y el desocultar, la fantasía, la escena y el mito.

3º Convoca a lo carnavalesco

4º La máscara interroga al ser como las máscaras de las mascaras en su infinitud y vacío.

5º Interroga a lo imaginario, simbólico y real.

Es semblante o pura apariencia descarnada con lo que hace presente, convoca, a la carne y a la pulsión. Como semblante, articula con la palabra, lo simbólico y lo real

6º La máscara a la manera del fetiche revela el objeto previo a lo real del cuerpo. Pero aquí puede revelar la máscara previa o la sucesión de máscaras (¿interminable?) que son sugeridas por aquella que está en la superficie.

7º Cuestiona la solemnidad relacionado a lo carnavalesco y propende a la secularización de lo institucional.

8º Condensa aquello que el psicoanálisis despliega; despliega aquello que el psicoanálisis condensa.

9º Resistencia a la máscara. Milenaria omnipresente es desconocida y despreciada como si fuera un objeto transparente, sin luz propia. Resistencia a lo milenario, a lo ausente, a lo otro, a lo inconsciente, a la presencia del sueño, a la condensación del libro, del pensar y la afección.

Consideraciones sobre el otro

1º El otro es simultáneamente concreto y abstracto, el otro y el Otro.

2º Es lugar de proyección y de diferenciación.

3º Es objeto transicional, objeto externo e interno. En una zona de conceptualización, el otro es objeto y el objeto es otro.

4º Es decodificado como originario, primario y/o secundario.

5º En el momento del nacer, el otro es absoluto y relativo.

6º Es uno y múltiple. Es multiplicidad consistente e inconsistente.

7º El otro interno y externo existe en escenas simultáneas.

8º La estructuración del otro se produce como fantasía, escena, relato y también como diferentes instituciones.

9º Para el idealismo el otro es conocimiento.

La escena de la máscara

La máscara es la cristalización corporal de la estructura del sujeto. Con lo que, lo más “externo”, lo que se muestra hacia afuera, refleja lo más “interno”.

Es como la cinta de Moebius en la cual lo que es interno en una vuelta es externo en la otra.

Nudos en la escena

La máscara es una concentración de rasgos, un recorte y un sobredimensionamiento a la manera expresionista de determinados aspectos del sujeto. Es la microscopía del personaje. En la máscara hay una permanencia de los rasgos. No hay matices que la modifiquen a través del tiempo, aunque el observador sí cambia y la ve distinta. Pero esa permanencia en el tiempo, esa perdurabilidad, esa inmortalidad es un elemento más que conecta a la máscara con lo siniestro. La discriminación como la solidaridad se dan, en escena. ¿Cuál es la característica de ésta? ¿Cómo son sus personajes, los cuerpos, las máscaras que se juegan?

Diferencias entre máscara y personaje

Recapitulando: la máscara como aspecto del personaje. Su gesto. Gesto como lo repetitivo. La fijeza de la máscara denunciaría la fijeza del gesto, su inmodificabilidad, lo común que tiene el gesto con la máscara. Lo familiar de la máscara con uno. Esto es también una vertiente de la conexión de la máscara con lo siniestro. Eso que se repite, lo inmóvil, lo muerto que se destaca con la máscara, que es el homólogo de la máscara, tiene que ver con lo traumático, es la espina irritativa, es el cuerpo del delito (el delito del cuerpo).

Levinas, máscara y rostro

Hemos dado y tomado diferentes definiciones acerca de la máscara. Nos damos cuenta que esta destaca especialmente el rostro humano.

A través del rostro, el otro. El otro como desconocido, como alteridad, otro como uno mismo, como el que interpela.

Implica el peligro y la solidaridad, la responsabilidad. La carnalidad y la salida del anonimato. Aquello que tenemos como máscara.

Emmanuel Levinas construye una fenomenología del rostro.

“Mandato de la desnudez y la miseria del otro, que ordena hacerse responsable del otro, más allá de la ontología”.

“La proximidad del otro es significación del rostro. Una significación que rebasa de entrada las formas plásticas... El rostro traspasa incesantemente esas formas. Antes de toda expresión particular, desnudez y desembozo de la expresión en cuanto tal, es decir la extrema exposición, lo indefenso, la vulnerabilidad misma. Rostro en su literalidad de hacer frente a... literalidad de la exposición a la muerte invisible y a un misterioso abandono” [2]

La diferencia entre el rostro y la cara ya es máscara junto con la cara. Porque la cara, producto de los años de socialización, es máscara también.

La máscara interroga al rostro por sobre la cara. Pone en un entre paréntesis la cara del que la porta y abre a la multiplicidad del rostro que no es uno, sino que se constituye por las diversas miradas. Desenmascara la cara, la sobrepasa y conecta con la autenticidad, el vacío y la nada. Si la cara es máscara, el rostro es la posibilidad del desenmascaramiento infinito del ser y la nada.

La máscara personaje juega una función carnavalizante, es decir rompe con los disciplinamientos clasificatorios y aporta caos donde el encierro de la sociedad ordena en sectores, clases, razas ó nacionalidades.

Final

Las correlaciones entre la máscara, la discriminación y el otro, posibilitan el desenmascaramiento de ese entramado y ayudan a destrabar aspectos de la subjetividad, a modificar el magma de significaciones imaginarias sociales.

 
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Notas
 
[1] Freud, S., T XVIII, Psicología de las masas y análisis del yo, Amorrortu, Bs As, 1984

[2] Levinas, E. “Entre Nosotros, Ensayos para pensar en otro” Pre- Textos, Valencia, 1993
 
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