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Edward Hopper, Excursion into philosophy, 1959. Imagen obtenida de: https://www.wikiart.org/en/edward-hopper/excursion-into-philosophy-1959
Curiosidades eróticas.
Parracio y Tiberio (*)
Selección Héctor J. Freire
hectorfreire@elpsicoanalitico.com.ar
 

En septiembre del año 14, Tiberio sucedió a Augusto. Tiberio ha pasado a la historia por dos enigmas y dos atributos. El cunnilingus y la anacoresis son los enigmas. La nictalopía y la pornografía, los atributos.

El emperador Tiberio coleccionó los dibujos y los cuadros del pintor griego Parrasio de Éfeso. Los antiguos decían que Parrasio había inventado la pornographia en torno al 410 a.C., en Atenas. Pornographia significa, literalmente, “retrato de prostituta”. Parrasio amó a la puta Trodotea y la pintó desnuda. Sócrates afirmó que el pintor era lujurioso.

Suetonio refiere que el emperador Tiberio mandó colocar en su dormitorio un cuadro de Parrasio que representaba a Atalanta en una actitud de “vergonzosa complacencia” hacia Meleagro (Meleagro Atalanta ore morigeratur).

Es Luis XIII cuando inesperadamente ordena que pongan un San Sebastián de George de la Tour en su dormitorio y que retiren de allí todos los demás cuadros. Suetonio prosigue: “En su retiro de Capri, Tiberio pensó en acondicionar un cuarto con bancos para sus deseos secretos (arcanarum libidinum). Reunía allí a grupos de muchachas y jóvenes disolutos para unos acoplamientos monstruosos que él llamaba spintrias (esfínteres), escenificándolos como una triple cadena, y que se prostituían entre ellos para reanimar con esta visión sus deseos desfallecientes (deficientis libídines). Decoró las habitaciones con imágenes y estatuillas que representaban los más lascivos cuadros y esculturas, y a los cuales sumó los libros de Elefántide para que cada figurante encontrase siempre el modelo de las posturas que él ordenaba. Llamaba “pececillos” (pisciculos) a los niños de tierna edad a quienes había acostumbrado a jugar entre sus muslos para excitarlo con la lengua y con mordiscos (lingua morsuque) mientras él nadaba.

A los niños que aún no habían sido destetados, a modo de teta les daba de mamar sus partes naturales para que lo descargasen de su leche. Era lo que más le gustaba. Ordenó abrir grutas y cavernas en los bosques y florestas de venus, donde jóvenes de ambos sexos se entregaban al placer vestidos de silvanos y de ninfas (Paniscorum et Nympharum).

En el imaginario de los antiguos, la felación derivaba del cunnilingus de las mujeres griegas de Lesbos. El verbo lesbiázein significaba “lamer”.
Esa práctica, tolerable en los gineceos, en el caso del hombre libre era considerada una infamia a partir del momento en que le crecía la barba.

Nunca hubo homosexualidad griega ni romana. La palabra “homosexualidad” apareció en 1869. La palabra “heterosexualidad”, en 1890. Los griegos y los romanos nunca hicieron distinción entre homosexualidad y heterosexualidad. Distinguían entre actividad y pasividad. Contraponían el phallós (el fascinus) a todos los orificios (las spintrias). La pederastia griega era un rito de iniciación social. Mediante la sodomización ritual del país, el esperma del adulto transmitía la virilidad al niño. La palabra latina inspirare es la traducción literal del verbo griego eispein, que se usaba para referirse a la sodomía. El amado se somete al inspirator, al ciudadano de mayor edad, y de él recibe la caza y la cultura, que se sintetizan en la guerra. La vida humana, social, comercial, artística propiamente dicha, en suma, la guerra, es la caza cuya presa es el hombre.

En la pareja pederástica griega no había intercambio de roles. En Atenas, la prostitución masculina acarreaba la pérdida de los derechos cívicos, y si a un homosexual pasivo lo sorprendían interviniendo en política lo castigaban con la muerte. Era considerado más infame que una mujer adúltera (a quien no podían castigar con la muerte). El sentido del rito de paso pederástico es funcional: hacer que el niño abandone el gineceo en brazos de un hombre, para emanciparlo de la sexualidad pasiva del gineceo a fin de convertirlo en un reproductor (un padre) y un ciudadano (un erasta, un amante activo, un guerrero-cazador). El vello marcaba la frontera entre ambos comportamientos sexuales: los vellosos activos estaban en la polis y todo el que era imberbe y pasivo en el gineceo.

Ni los hombres ni las mujeres podían desear a alguien que fuera barbudo. Solo el imberbe era bello. La oposición griega intangible es la siguiente: el erasta barbudo, ebrio opuesto al eromeno imberbe y sobrio. Ello explica los dos rituales o ceremonialesde la caza de liebres con las manos, que rubrican el amor pederástico (la presa se convierte en depredador), y de la supinación del pene fláccido del imberbe por el barbudo itifálico (los adultos son activos). Son los dos escenarios convencionales representados en la mayoría de los vasos eróticos griegos. En Grecia, el rito pederástico derivaba de la oposición entre el gineceo y la polis. Los romanos, que no conocían la institución del gineceo, desconocían esta oposición. El amor romano se diferencia del griego en los aspectos siguientes: la orgía de la gens, la indecencia verbal política opuesta a la castitas de la matrona protectora de las gentes (de la casta) y la obediencia (obsequium) de los esclavos. La moral sexual romana era inflexible.

El padre de Séneca la sintetiza (Controversias IV, 10) cuando hace pronunciar al cónsul Quinto Haterio esta sentencia: Impudicia in ingenuo crimen est, in servo necessitas, in liberto officium.
(En el hombre que nace libre, la pasividad es un crimen; en el esclavo es un deber absoluto; en el liberto es un servicio que debe rendir a su patrón).

[*] Del libro El Sexo y el Espanto, de Pascal Quignard. Traducción Ana Becciú. Editorial Minúscula, Barcelona 2005.



 
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