I.
Veo las imágenes de Lukánicos, el perro
que enfrenta a la policía en las calles de Atenas.
No puedo menos que recordar a Diógenes “el
perro”, filósofo cínico (palabra
que se deriva de perro) que recorría las calles
de Atenas durante el día con una linterna, buscando
un hombre honesto. Cuestionador de los bienes materiales,
de la vida suntuosa, no sabemos si alzaría su
protesta (cosa poco probable), o si miraría el
espectáculo desde su tinaja, en la que vivía
en gesto de rechazo al mundo de los hombres, prefiriendo
el de los perros. Lukánicos está allí:
las fotografías lo muestran en medio de la protesta
popular.
Una pregunta me asalta: ¿los griegos habrán
hecho los asambleas en los barrios? Son quienes las
crearon, habiendo antecedentes de las mismas hasta en
la Odisea. Estarán realizándolas tal como
los argentinos lo hicimos hace unos años, en
medio de la crisis de 2001/2002? He
visto cacerolas entre los manifestantes. De aquella
Grecia a esta han pasado algo más que 2500 años.
¿Qué le piden a Grecia para
salvarla? (pregunta que parece un chiste de humor
negro)
“El Parlamento griego aprobó
el jueves los lineamientos generales del plan de ajuste
que el gobierno del socialista Giorgos Papandreu se
comprometió a ejecutar a cambio de la ayuda europea
y del FMI. El objetivo principal es reducir el déficit
fiscal, que en 2009 llegó a 13,6 por ciento del
PIB, a 8,1 este año y luego seguir achicándolo
progresivamente hasta lograr un rojo de “sólo”
2,6 por ciento en 2014. El combo para alcanzar esa meta
incluye un recorte de 30 mil millones de euros en los
gastos de los próximos tres años y aumento
de impuestos al consumo y las ganancias. Para achicar
el gasto se prevé: 1) reducir 16 por ciento los
salarios públicos mediante la eliminación
de dos pagos extraordinarios (cobrarán 12 salarios
en lugar de 14). Además, permanecerán
congelados durante los próximos tres años;
2) eliminar dos pagos extras para los jubilados que
cobran más de 2500 euros por mes y congelar los
ingresos por tres años para toda la clase pasiva;
3) subir la edad jubilatoria a partir de su vinculación
con un indicador que tomé en cuenta la esperanza
de vida; 4) computar para la jubilación todos
los años de la vida laboral, lo que también
supondrá una remuneración menor; 5) aumentar
gradualmente de 37 a 40 el número de años
cotizados para recibir el ciento por ciento de ese haber;
y 5) profundizar el proceso de privatización
de empresas públicas. Por el lado de los ingresos,
se prometió: 1) aumentar en IVA al 23 por ciento
(en marzo ya se lo llevó del 19 al 21 por ciento);
2) subir 10 por ciento impuestos especiales al tabaco,
el alcohol y los combustibles, y 3) crear nuevas tasas
para gravar las ganancias empresarias y el consumo de
productos de lujo. El paquete incluyó además
una propuesta de reforma laboral que contempla rebajas
en las indemnizaciones y eliminación de la cláusula
que le prohíbe a las empresas despedir a más
del 2 por ciento de sus empleados en un mes”.
(Fernando Krakowiac, Página/12, 9-05-2010 http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-145394-2010-05-09.html)
Mientras escribo estas líneas, diversas medidas
de ajuste (siempre el ajuste es para los pobres o la
clase media) se están implementando en otros
países europeos. También, se produce la
cuarta huelga general en Grecia.
II.
Grecia hoy, tal como Argentina ayer, está experimentando
la debacle del capitalismo en estado puro, versión
2010. Ese capitalismo que en las últimas dos
décadas ha quedado prácticamente sólo
en el escenario. Y absolutamente ligado a la especulación
financiera, fiel a la lógica del siempre
más (ganancia, acumulación) el
sentido central del capitalismo, que se expande a todos
los dominios de la realidad. El
capitalismo es la significación de lo ilimitado,
así como la del pseudo control pseudo racional
(Castoriadis) de dichos dominios, intentando cuantificar
y controlar lo real.
¿Qué más podemos decir del capitalismo?
Que en él se da algo que le es propio: la economía
ocupa el centro de la vida de las sociedades y de los
sujetos. No fue así en otros períodos
históricos y sociedades: en los pueblos originarios
de América o en la Edad Media – por citar
sólo dos ejemplos – no ocupaba ese lugar.
En nuestras sociedades todo se mueve al compás
de la producción, el consumo, la acumulación,
provocando un nuevo afecto en
los sujetos: la sed de lo nuevo por lo nuevo
mismo.
III.
Esta significación, portada por los sujetos
en su psique, ha dado lugar a un sujeto específico
de este período histórico, que, con diversas
variantes, está presente desde el surgimiento
del capitalismo mismo. Claro que no todos los sujetos
incorporan del mismo modo este sentido que impulsa a
la sociedad, y, es más, muchos lo rechazan y
lo han rechazado previamente. Pero está mucho
más presente de lo que habitualmente se pretende.
Si en el inconsciente los sujetos desconocen todo límite
(eso que conocemos como omnipotencia de la psique),
da la impresión de que el modo de producción
capitalista se asienta en esa tendencia de la psique.
El citado siempre más – llamado a lo ilimitado
-, la sed de lo nuevo por lo nuevo, satisfacen estas
tendencias profundas de la psique, y junto con el pretendido
control racional de todo lo existente (en los cuerpos,
en la naturaleza, en la psique), etc., le prometen al
sujeto que la castración puede ser eliminada:
podríamos estar completos, al igual que el Otro.
El control (como decíamos, pseudo control pseudo
racional) de los cuerpos, de los sujetos, de la psique,
de la naturaleza, de la sociedad, etc., no hace más
que producir una destrucción sobre todo de la
subjetividad, de la naturaleza, y del mundo simbólico
en el que habitamos. También – paradójicamente,
tratándose de lo que está en el núcleo
del capitalismo – de la misma economía.
Un mito es de que la economía podría controlarse,
tomando “medidas”. Sería bueno saber,
si esto fuera así, por qué estamos en
esta situación. Algún economista podrá
anticipar qué ocurrirá a partir de la
reducción de salarios anunciada para Grecia,
por ejemplo “número” daría?
La economía dentro del capitalismo, parece estar
animada por un aprendíz de brujo: alguien que
pretendiendo obtener una medida exacta, una poción
mágica, produce algo incontrolable. Algo que
destruye el mundo representacional y afectivo de los
sujetos. Porque esta compulsión a más
y más, atañe también a la temporalidad:
cada vez más rápido, para poder consumir
más, para satisfacerse más. Impidiendo
la elaboración psíquica de afectos y representaciones.
No puede reflexionarse, no puede pensarse: solo se puede
reflejar lo que el poder instituido demanda. Pero aún
así es posible habitar, produciendo o aprovechando
la torpeza del mismo sistema, una brecha en esta muralla
de sentido agobiante que hace que sobre nosotros martillee
una y otra vez el imperio del consumo, sentido a su
vez apropiado por una clase que somete al resto de la
sociedad a dicho imperio. Y que lo destruye todo a su
paso.
Lukánicos ladra furiosamente, señalando
con su ladrido y su mirada la necesidad de detener tamaña
destrucción. Un ladrido que empuja a avanzar
en la brecha que puede detener el avance de la insignificancia.
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