No había pensado, algo tan simple en principio, y tan complejo.
La contracara de la indignidad, era indignarse.
Ante la pérdida de dignidad, INDIGNARSE para recuperarse subjetivamente. Una respuesta.
Y en este proceso los lazos simbólicos que permiten el arte, el psicoanálisis, las relaciones sociales, las creaciones en general.
Un nuevo modo que adviene de un corte con la pasividad que produce el lugar del indigno, su prisión consiste en vivir en la alienación al otro. Y desde allí no hay salida posible.
Quien se ha perdido como sujeto no halla cauce para la fluidez libidinal, se estanca en represivos reproches al otro y a sí mismo, angustia y la eterna pregunta del "por qué a mí".
Pertenecer al discurso social tiene un costo en inicio para constituirnos como humanos en donde "apostamos" al Otro para vivir, y la independencia para con él toma diversas vías de trabajo psíquico a lo largo de nuestra vida.
Esta apuesta Winnicott la piensa con respecto a la concepción de Deuda, lo que se paga eternamente es la vida misma y no habría préstamo que alcance si pretendemos cumplir para que el otro en su satisfacción nos garantice algo... algo de lo que somos, sin falla por siempre jamás.
El dolor de la incompletud libera sin masoquismos necesarios si se puede resignar a este trato, la particular manera de dar es un acontecimiento "sujeto" a consecuencias definitorias en el placer y la estima narcisista. Quien espera ser retribuido en la deuda no ha posibilitado luz por donde expandirse como Sujeto en la relación con el semejante; creando encerronas caprichosas permanentes para la negociación con su sometido.
La puerta está abierta, se destraba si decidimos dejar de ESPERAR.
Lo cual no significa matar la esperanza en términos creativos, sino resignar ese cambio idealizado que hará del trato-maltrato un espacio mejorado por sí mismo. El espacio se construye haciendo- y el juego a jugar pienso- implica la nueva formulación de reglas para estar vivo, y no morir en el intento... más allá, en el territorio cada vez menos ideal y de hospitalaria integración.
* Reflexión inspirada en la lectura del artículo de Yago Franco Las servidumbres del sujeto.
|