Por M.Serena Sottile
serenasottile@elpsicoanalitico.com.ar
Tom Maver nació en Buenos Aires, Argentina, en 1985. Es poeta y traductor.Se desempeña como codirector en la editorial Llantén.
Su poemario Marea solar fue publicado en el 2016 por Alción editora y en 2018
por la editorial argentina Alto pogo. En la voz de un pájaro, Maver nos deleita
con una delicadeza excepcional.
Dice Inés Garland en su prólogo:
Es en el aire helado del Ártico donde toma la primera bocanada de aire el
pichón de charran ártico que se narra así mismo y narra su vida-y la nuestra-en
estos poemas. Tom imagina al ornitólogo danés Erik Pontoppidan con la mirada
alzada hacia el cielo gris de Copenhague mientras sueña con el lugar de origen
de las aves que ha bautizado como Sterna Paradisea: un lugar que al ave
“debía serle fascinante: algo hermoso a lo que no se puede volver”.
¿Cómo no resonar con esa frase calada de nostalgia?
No hay comienzo sencillo.
Con torpeza saco las alas,
estiro las patas lo más que puedo,
se alinean mis vertebras y al erguirme
doy la primera bocanada en este mundo.
Siento en mis pulmones la fría sustancia del aire
y la expulso a gritos. Esta es mi voz, me digo.
Alcanzo a ver el color oscuro de la tierra,
el pasto reseco, los acantilados.
Alzo la mirada y veo a mi madre.
Recién entonces nazco.
Nacer lleva tiempo.
El mismo que tardamos en darnos cuenta
de que otro nos sostiene, abriga y espera
a que podamos hacer las cosas por nosotros mismos.
El que nos lleva aprender que hablar
es tocar el mundo, la cara
de quien oye, con nuestra voz.