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El otro, el enemigo, lo otro
Por Yago Franco
 
 
 
 
 
Ophelia, de John Everett Millais, 1851-1852.
Ophelia, de John Everett Millais, 1851-1852.
Imagen obtenida de: https://en.wikipedia.org/wiki/Ophelia_(painting)
Hermann Broch o la poes�a como �pensamiento l�rico�
Por Héctor J. Freire
[email protected]

Nunca reconozco el lenguaje en mi boca ni las palabras escritas,
Y lo que digo sucede en un discurso perdido o en un futuro,
No es sino seducción, seducción y ser seducido,
Y ese miedo que invade al hombre cuando descubre
Que grito y eco, gesto y comprensión, todo lo habitual,
Es como algo regalado para siempre que de repente puede
Extinguirse, y que él está solo
En mitad de la vida. [*]          

H.B.













La obra de Hermann Broch solo puede estar en el corazón de la poesía  manteniéndose indefinidamente en su límite. Y al contrario de lo que expresara Italo Calvino, para quien filosofía y poesía son “aguerridos adversarios”, revelándose en cada uno de sus dominios un tipo de realidad específica, una manera diferente de mirar el mundo. Los textos de Broch, junto a los de otros autores como Thomas Mann,  Musil o Rilke, anuncian una realidad que no es tan uniforme, ni diáfana. Sino el resultado de la aproximación de distintos universos a la vez.

En este sentido, Broch poeta-filósofo-novelista, acaba poniendo en extrema tensión y conflicto la distinción de los géneros, descomponiendo cualquier límite, incluso haciendo coexistir distintos tiempos: la tradición grecolatina y la vanguardia moderna. Ya que para Broch su época propia le resulta insuficiente para construir un sistema pertinente de formas (lírico-reflexivo)  capaz de dar sentido a la experiencia creativa del arte. Acción, que en esencia, estaría ligada a la pretensión del poeta, de proponer un nuevo diseño del mundo real. Tanto su “poema novelado” La muerte de Virgilio, como sus “poemas filosóficos” que componen En mitad de la vida, son como una simbólica cartografía donde están trazadas las distintas líneas de acción a lo largo del tiempo. Aunque siempre desconfiando de la Historia (como memoria rígida y cristalizada) y de la apología del “progreso” moderno.

“-El arte genuino rompe los confines, los atraviesa y va por nuevos, hasta entonces desconocidos, ámbitos del alma, de la vista, de la expresión, penetra en lo originario. En lo inmediato, en lo real…-Muy bien, ¡y tú quieres realmente hallar todo esto en esa poesía de amor, pretendidamente tan honesta…, como si en cada verso de la Eneida no se pudiera hallar mucha más realidad verdadera!”, leemos en la Muerte de Virgilio.

Al decir de Hanna Arendt, Broch fue poeta, contra su propia voluntad, esta contradicción “de ser poeta y no querer serlo” constituye el rasgo más importante de su personalidad, y así parece haber quedado reflejada en su compleja obra. Sin embargo, Broch nunca dejó de ser poeta, incluso en sus textos ensayísticos y narrativos. A propósito, comenta Clara Janés en el prólogo de En mitad de la vida: La muerte de Virgilio, lo situó pronto entre los grandes escritores del siglo XX. Precisamente el tema de dicha obra es la duda sobre la validez de la poesía, y en ella La Eneidadebe ser quemada en aras del conocimiento empírico. Con todo, el conocimiento digno del arte, el verdadero conocimiento, es para Broch aquel que la poesía puede desvelar….como vieron los pitagóricos y también Galileo, quien afirmó: la naturaleza está escrita en caracteres matemáticos, pero el fondo motor del poema es la totalidad. Broch parte de las matemáticas, pues considera que la razón científica y la imaginación creadora se sustentan por constituir dos ramas de un solo árbol, el del conocimiento; pero lo importante, para él, es expresar ese árbol.” Su poesía es el intento de saltar por encima de la dualidad, ya que “la verdad está en el todo” (das ganze), de ahí la utilización en sus poemas, del oxímoron, como figura retórica más emblemática. En cierta forma Broch sigue el camino abierto por Goethe, en cuanto a la concepción de la poesía como una síntesis de lo racional y lo poético. El resultado, como lo podemos observar en los poemas seleccionados, es una especie de pensamiento lírico, y que en el caso de otros grandes novelistas como Joyce (Poemas manzanas) y Faulkner (El fauno de mármol), -quienes antes de sus grandes novelas, editaron poesía- se suele llamar “la poesía de la prosa”. En este sentido, Broch, junto a Joyce, Faulkner, Eliot (La tierra yerma, Cuatro Cuartetos), Milosz (Cántico del Conocimiento) y el Pessoa del Libro del desasosiego, y el poema Tabaquería, contribuyó aedificar esa gran poesía filosófica de nuestro siglo que ya no admite Homeros, Virgilios o Dantes.

Es justo e imprescindible incluir el nombre de Hermann Broch en la lista de los grandes poetas del siglo XX. Cuyo mínimo común denominador, a pesar de las grandes diferencias estilísticas es: la capacidad extraordinaria de estos “descubridores” para superar sus propios límites, unida a un talento para captar, apropiar y rehacer no importa qué tradición antigua, qué modelo extranjero, sin sacrificar su autonomía personal en el mar de voces de creaciones siempre nuevas. Y que en el plano formal, está íntimamente ligado a su sentimiento único del conflicto dialéctico entre las partes y el todo unificador, así como entre los fragmentos conjugados. Broch debe ser incluido entre estos grandes poetas de la “estructuración”. Su complejidad está dada por esta marca, ya que se expresan construyendo.

Leemos en el poema Recordando la infancia:

Irreconocible pero más constante y más permanente que
Todo lo demás,
Entretejido en toda imagen pasajera, inmerso en el hombre,
El prado, el animal,
Tejía el morir, tejía la muerte,
Lo real desconocido en lo irreal.

La de Broch es una poesía de “indagación metafísica”, una escritura aparentemente intelectual, que opera mediante paradojas y un tono reflexivo, para acuciar con preguntas al lector. En este sentido Broch, rescata la tradición clásica y la idea de considerar al discurso de la historia, la filosofía, la ciencia, como un verdadero estímulo a la imaginación artística.Broch suma crítica más poesía, reflexión y pasión; razón e intuición, mente y corazón. Es como si el poeta “pensara con el corazón y sintiera con la cabeza”. Y como dijera el propio Broch en uno de sus versos: Isla del alma, mi corazón.

Sin embargo, esta poesía expectante, cuestionadora del ser, el lenguaje y el conocimiento, nunca deja de ser lírica. En definitiva, una poesía que aporta voz al silencio del hombre y luz a los ojos para mirar en la oscuridad de este tiempo marcado por el avance de la insignificancia. Poesía entendida como un “obstinado visor”. Un ejercicio infrecuente de pensamiento poético, dentro del panorama de la poesía actual. Poesía compleja y densa, ambigua y dual: inquietante. Pero ¿no es esta ambigüedad de inquietante dualidad el soporte mismo de la existencia?

En los poemas de Broch, blanco más negro no deviene gris. Se trata más bien de un sistema del género “pre-socrático”: cada ser suscita su contrario. Su no ser está contenido implícitamente en sí mismo. Incluso, podríamos considerar su gran “poema novelado”: La muerte de Virgilio, como un verdadero Arte Poética (¿el final de una ilusión estética?). Allí se postulan dos miradas: una que trata de mantener unido un mundo, y no lo deja caerse por completo, es decir la de las convenciones histórico-culturales que manejamos, y a la vez nos sostiene como una red invisible; y otra mirada, la del poeta (¿Virgilio-Broch?), que trata de soltarse, infiel de la primera y busca el fundamento último de las cosas. La verdadera red. En esa búsqueda su deseo es “ver”, “indagar”, “comprobar” y “saber” algo más. Cada texto de Broch, implica, de modo implícito o explícito, una poética: una apasionada y reflexiva declaración de principios, una determinada filosofía. Desde esta perspectiva, “el pensamiento lírico” de Broch, podría describirse entonces, como una estrategia, una “astucia poética” para con la trascendencia. Asimismo una moral, una estética y una política. Este “pensamiento lírico” se despliega en la obra de Broch en dos direcciones que acaban por unirse: la búsqueda de un principio anterior que hace de la poesía el fundamento del lenguaje (“la casa del ser”) y, por consiguiente, de la sociedad; y la unión de ese principio con la Historia. En este sentido, podríamos afirmar junto al  Broch de La muerte de Virgilio, que toda sociedad está construida sobre un poema: Roma sobre La Eneida, por ejemplo. En síntesis, se trata de una escritura poética no sólo intensa, sino atrevida por su modo de incorporar la inteligencia al lenguaje, ya que es el “interregno del conocimiento terrenal”. Y es también  bellamente evocadora, en tanto que poesía, al decir de Clara Janés.

Y para finalizar este pobre e incompleto acercamiento a la poesía de HermannBroch, nada más pertinente que recordar uno de los conceptos más inequívocos que sobre la poesía, expresara Broch por boca del gran poeta Virgilio: ante sus ojos había tenido siempre la exigente, la irrealizable imagen del conocimiento, la seria imagen del conocimiento de la muerte, y ninguna profesión podía hacer justicia a esa imagen, pues no hay ninguna que no esté exclusivamente sometida al conocimiento de la vida, ninguna con excepción de aquella única a la que se había visto abocado finalmente y que se llama poesía, la más extraña de todas las actividades humanas, la única que sirve para el conocimiento de la muerte.*

(*) Hermann Broch, La muerte de Virgilio, Alianza Editorial, Madrid 2000.

                                            *       *       *

Fragmentos del discurso pronunciado por Elías Canetti (Premio Nobel de Literatura 1981), para el quincuagésimo aniversario de Hermann Broch: Viena, noviembre de 1936. [*]    

“…Es como si con este discurso le dijéramos: no te angusties más, que ya te has angustiado bastante por nosotros. Todos nosotros hemos de morir; pero aún no es seguro que tú también debas morir. Tal vez tus palabras tengan que representarnos precisamente ante las generaciones futuras. Nos has servido leal y honestamente. Nuestra época no te abandonará.

…Pues bien, digámoslo sin rodeos y atrevámonos a afirmar que hemos de venerar en Hermann Broch a uno de los poquísimos escritores representativos de nuestro tiempo; afirmación ésta que sólo cobraría toda su fuerza si yo pudiera enumerar aquí esa larga lista de personas que, aunque pasen por escritores, en realidad no lo son. Pero más importante que ejercer este presuntuoso oficio de verdugo me parece que es encontrar los atributos que han de coexistir en el interior de un escritor para que pueda ser considerado representativo de su tiempo. Y quien emprenda a conciencia una indagación de este tipo verá surgir una imagen nada cómoda y aún menos armónica.

….En la época en que Broch empezó a filosofar, la filosofía aún solía complacerse a veces en su antigua pretensión de universalidad; tímidamente, claro está, pues tal pretensión había caducado mucho tiempo atrás. Pero él, espíritu magnánimo y vuelto hacia todo lo que aspirara a infinitud, se dejó ilusionar con gusto por esta pretensión.

….El vicio de Broch es totalmente cotidiano, más cotidiano que fumar tabaco, ingerir alcohol y jugar a las cartas, pues es más antiguo: el vicio de Broch es la respiración. Respira con fruición apasionada, y nunca lo suficientemente. Y tiene a la vez una manera inconfundible de sentarse, dondequiera que esté: ausente en apariencia, porque sólo reacciona raras veces y a disgusto con los medios corrientes del lenguaje; ausente, en realidad, como ningún otro, pues siempre está comprometido con la totalidad del espacio en que se encuentra, con una especie de unidad atmosférica.

…Antes era un ladrón muy peligroso y el hambre lo hacía atacar todo lo que estuviera vivo; ahora, el aire es el único botín que le apetece. En ningún sitio permanece mucho rato; se va con la misma rapidez con la que llega. Evade a los verdaderos dueños y propietarios de las jaulas. Sabe que nunca, ni siquiera en todas las jaulas del mundo, volverá a respirar en su  conjunto lo que antes tenía. Siempre conserva su nostalgia de aquella gran cohesión, de aquella libertad por sobre todas las jaulas. Y así sigue siendo el mismo pájaro grande y hermoso que fue en otra época; los demás lo reconocen por los bocados de aire que les quita, y él, a sí mismo, por su inquietud. Pero la sed de aire y el constante cambio de espacios atmosféricos no son suficientes para Broch. Sus capacidades van más allá; retiene perfectamente lo que ha respirado y lo retiene en la forma única y exacta en que lo ha vivido.

.....En el caso de Broch entra también en juego, por cierto, una técnica inconsciente que le facilita la aprehensión de impresiones atmosféricas, así como su retención y posterior reelaboración. El observador ingenuo notará en él una serie de elementos que podrían formar parte de esta técnica. Así, por ejemplo, los diálogos brochianos tienen una puntuación muy peculiar e inolvidable. No le agrada responder con un sí o un no, que serían tal vez cesuras demasiado violentas.

….La obra de Hermann Broch se halla entre guerra y guerra, entre guerra química y guerra química. Es posible que aún descubra hoy día en más de un sitio las partículas venenosas de la última guerra. De todos modos, esto es improbable. Lo seguro es que él, que sabe respirar mejor que nosotros, se empieza a ahogar ahora con el gas que quién sabe cuándo nos impedirá respirar a todos los demás.”

 

(*) Canetti Elías, La conciencia de las palabras, Fondo de Cultura Económica, 1992, México, D.F. Traducción de Juan José Del Solar.  

 

ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS

1886- Hermann Broch nació en Viena el 1 de noviembre, en el llamado barrio textil. Procede de una familia judía de comerciantes.
1892-1897- Broch es inscrito en la escuela primaria del distrito I de Viena. Bachillerado en septiembre de 1904.
1906-1907- Termina los estudios de ingeniero textil en la Obere Spinnund Webeschule, en Alsacia. Inventa y patenta una mezcladora de algodón.
1909- Conversión al catolicismo. Formación como militar como voluntario por un año, con los ulanos en Viena y con los artilleros de Zagreb. Licenciado por motivos de salud.
1910- Nacimiento de su hijo Hermann.
1913- Publica sus primeros escritos en la revista cultural Der Brenner.
1914- Dirige un hospital militar de la Cruz Roja para heridos leves en los terrenos de la fábrica de hilaturas “Teesdorf”.
1919-1921- Conoce a Georg Lukács y Béla Balázs. Escribe numerosas colaboraciones para la revista vienesa Moderne Welt. Realiza estudios de matemáticas hasta 1925.
1925-1926- Realiza estudios de filosofía, matemáticas y física en la universidad de Viena, hasta 1930.
1927-1929- Venta de las fábricas de hilanderías “Teesdorf”, a su amigo Felix Wolf. Comienza un tratamiento psicoanalítico. Comienza a escribir la trilogía novelística Die Schlafwandler.
1932- Recibe gran atención de la crítica, pero sin éxito de ventas. Conferencia sobre James Joyce. Trabaja en la novela Filsmann, y comienza la obra de teatro Die Entsühnung.
1933- Entre julio y noviembre surge la novela La incógnita.
1934- Estreno de la obra de teatro La expiación, en Zúrich. Se hace amigo de Elías Canetti.
1935- Se dedica plenamente a su nueva novela El encantamiento.
1937- 1938- Primera versión de la novela de Virgilio, el relato El regreso de Virgilio. Broch trabaja en el Relato de la muerte, tercera versión de la novela de Virgilio, cuando es encarcelado por los nazis en Altausse. Gracias a la ayuda de Joyce consigue un visado para Inglaterra. Y luego gracias a los esfuerzos de Thomas Mann y Albert Einstein, obtiene un visado para los Estados Unidos. El 9 de Octubre de 1938 llega a Nueva York.
1939- Sigue trabajando en la cuarta versión de la novela de Virgilio (El retorno de Virgilio).
1940- Recibe una beca de la Fundación Guggenheim para trabajar en sus dos novelas El encantamiento y La muerte de Virgilio.
1942- Como fomento de su trabajo en la teoría de la locura de masas, recibe una beca financiada por la Fundación Rockefeller.
1944- Adquiere la ciudadanía norteamericana.
1945- Se publica en alemán y en inglés su obra más importante La muerte de Virgilio.
1948-  Ruptura de cadera el 17 de junio. Permanece en el hospital de Princeton hasta el 6 de abril de 1949. Trabaja en su estudio Hofmannsthal y su tiempo.
1949- Después de ser dado de alta en el hospital de Princeton, alquila una habitación en el hotel Duncan de New Haven donde se dedica a escribir su nueva novela Los inocentes.
1950- Broch es lector en el departamento de alemán de la Universidad de Yale. El Pen club austríaco lo propone para el Nobel. En diciembre se publica Los inocentes.
1951- Trabaja intensamente en la tercera versión de la novela El encantamiento. La versión queda en forma de fragmentos. Poco antes de un viaje previsto a Europa, Broch muere de un ataque cardíaco el 30 de Mayo. Sus cenizas reposan en el cementerio del Districto de la Unión, en Killingworth (Connecticut).

 

                                                *       *      *

SELECCIÓN DE POEMAS DE HERMANN BROCH
(Inéditos en la Argentina) [*] 

 

COMO YA NO TE RECONOZCO…

Como ya no te reconozco
Te conviertes en el árbol que da sombra
Y en el verde que respira
Se arrodilla mi sueño….
Tiemblan las hojas de la luz,
Oh, mundo…lleno de las sombras,
Llevo en mi olvido,
En la respiración y en el olvido,
Tu imagen profundamente olvidada.

 (1933)

 

PRADO EN VERANO

Preñado de azulada existencia,
Tembloroso, desciende
Lo invisible, tembloroso,
Al prado que se agita:
Aliento del sol en el patio de las montañas
Y alzado a las esferas día tras día,
Calor tras calor,
El corazón tembloroso.
Invisible la nube
Que me lleva.
                                                           
(1933)


LO QUE NUNCA FUE

Lo que nunca fue
Susurra cada noche
Cuando el animal humano,
Soplado, lanzado
Con ojos que saben sin mirar,
Descansa en el abrevadero del sueño,
A la vez anfibio y fiera,
Informe e ingrávido,
Inclinado sobre la orilla
Del inmenso e insondable pantano,
Sumerge las patas
En lo húmedo, que seco y fresco
Como el aire, pero sin serlo,
Corre por los dedos que se agitan.
¿Te atreves a mirar hacia abajo
Sobre el borde de tu ser
En el pozo de millones de años?
¿Te atreves a reconocer en el fondo indistinto
El anillo de las tinieblas,
El cuerpo de las serpientes?
Concha de la noche que suena ante las tinieblas
Se hunde una metáfora tras otra
Y queda lo sobriamente irreal
Inflamando a modo de invierno
El secreto.
Así, también tú estarás tendido
Al borde de la muerte,
Antes de que te arrojes al pozo de tu alma,
Y toda la sabiduría que evitas
Habrás de cargarla sobre ti;
Pues árboles y animales,
Reunidos en la orilla de tu frente,
De nuevo te hablarán.

 (1934)

 

OTOÑO TARDÍO

¿Oyes las fuentes que se secan, oyes
Las llamas ardientes del follaje?
Que las nubes de tu ser, llameando
Por última vez, descansen ahora y que
De los poderosos monarcas de la mañana la mirada
Se dirija a los cielos más tranquilos, en los cuales
La noche, susurrando, se desposa con el día:
Ni la muerte ni la vida tienen ya valor…así de inmóvil pende
La balanza.

Abismadas descansan las ciudades, apoyadas en la piedra
De la que surgieron, y ningún beso
Sella su oscuridad insomne.
Pero tú, aún ciego de paz, tambaleante y aún extraviado,
Estás de pie en la curva del río, donde éste, entre
Los arbustos, apenas fluye ya, y el rostro
De las montañas está doblado sobre él, sin violencia en el
Aliento
De la niebla, el valle candente.
Escucha, extraviado, escucha en los muros de la tarde,
Susurran las fuentes de las estrellas, y de las
Nubes de tu corazón, en el más profundo borde del cielo,
Se levanta, desde una nube desgarrada, soñando ante la
Nieve,
Y plateado, el invierno.

 (1934)

 

REFLEJO DEL DÍA CANSADO

Reflejo del día cansado,
Las ventanas han palidecido
Y con un aleteo
Ha llegado el crepúsculo.
Ya la calle se ha vuelto blanda y gris,
La valla está oscura como un arbusto;
Pero todas las masas del cielo
Sueñan un sueño verde turquesa,
Y palidecen hasta convertirse en lejanías enlutadas,
Rodeadas de nubes, al salir la piedra de la luna:
Y las turbias farolas de gas
Suavemente anuncian con su zumbido la tarde.
                      
(1936)

 

RECORDANDO LA INFANCIA…

Recordando la infancia, desde un principio
Me di cuenta de lo pasajero de la imagen:
Hombre y árbol y prado y animal
Existieron y, sin embargo, no existieron, fueron conocidos
Y permanecieron desconocidos,
La desconfianza, cuya confianza constantemente
Hubo de ganarse.
Y particularmente entretejido en todo lo irreconocible y
Toda la inconstancia,
Irreconocible pero más constante y más permanente que
Todo lo demás,
Entretejido en toda imagen pasajera, inmerso en el hombre,
El prado, el animal,
Tejía el morir, tejía la muerte,
Lo real desconocido en lo irreal.
¿Cómo pueden, rodeados de tanta irrealidad, y a su vez
Pasajeros,
Abandonarse los hombres los unos a los otros? ¿No están
Obligados
A hacer del abandono algo soportable?
El hombre en el que he querido pensar,
Si muero,
El que quisiera tener a mi lado en esa hora, para que se me
Hiciera real,
Puede desaparecerme;
Nunca he podido comprender esto y nunca lo
Comprenderé.

No es un lamento. También el dolor es digno de ser vivido.
Pero, confiando en la desconfianza, he exigido demasiado
De ti,
Demasiado para esta época en la que vivimos,
Demasiado para este tiempo que amenaza con ser tan
Corto,
Que apenas otra cosa estará permitida en él
Sino la escasa protección que el hombre es capaz de ofrecer
Al hombre,
Protección en el sueño,
Protección en la irrealidad convertida en realidad,
Protección en el miedo último.

He exigido mucho y demasiado de ti,
He sentido ansias de ti y no de ti y, sin embargo, he temido
Por ti.

He exigido de ti lo existente en lo inexistente,
La confianza en la desconfianza,
Algo permanente que no sea el morir y que perdure hasta
Que éste llegue
Para que sea más fácil,
Un saber común en torno a la caducidad, que la sobrepase,
La resistencia, oh tú, en la desaparición.

¡Qué despedida más anticipada, qué recaída en lo irreal!
Ahora cada uno debe volver a morir solo, sin
Saber del otro,
Cada uno morir solo.

A pesar de todo, no es un lamento. Pues nada ha cambiado;
Hombre, prado, árbol, mar y animal, ilimitados en la
Desconfianza,
Y en medio de un horror creciente
Se vuelve más rica la vida, se vuelve más rica la experiencia
Con cada día,
Cada día se convierte en un día regalado, ilimitado ante la
Desconfianza,
Harto de recuerdos, potente de recuerdos,
Oh, alma:
Qué azul estaba el mar en Staffa,
Cómo confiaba, cómo confío en ti.
                                                            
(alrededor de 1940)

 

LA TRADICIÓN…

La tradición ha llegado a su fin,
Ha dejado de ser el espejo del hombre,
Y la mirada que contempla en los fragmentos ciegos
Se vuelve ciega.
Quien en esta época
No puede desprenderse de la tradición
Está perdido;
Quien no puede recordar
Su origen
Perece,
Desnudo y sin espejo está el mundo,
Sin espejo estás tú mismo.
Pero, en medio del espanto, la gracia de la desnudez
Te ha sido regalada:
Como un niño desamparado puedes mirar a diario,
De nuevo
En el mundo que ya no tiene espejo,
En la desnudez abierta,
Y a diario de nuevo el mundo te anuncia
Tu verdad,
La verdad de tu morir solitario.
                                                         
 (alrededor de 1940)    

 

LA SELVA VIRGEN NOCTURNA…

La selva virgen nocturna está llena de gritos y animales,
Pero no hay nadie en la selva virgen de la noche:
Aquí me hallo solo; el animal está en mí,
Y su grito está en mí,
Y ningún grito ha acudido a los labios,
Pues sólo grita el silencio en la selva virgen de la noche.

 (alrededor de 1940)

 

POR EJEMPLO: WALT WHITMAN

Donde los tallos brotan, en el medio terrestre del ser,
Allí se levanta la poesía:
Sin embargo, llega hasta la frontera más externa de la vida,
Y ¡mira!, no está fuera,
Está en el alma.
Dentro la frontera y fuera el medio,
Uno pariendo al otro, uno entretejido en el otro,
Sólo esto es poesía.
Sin duda, al final descubres con sorpresa
Que es sencillamente tu vida,
La vida del hombre.
                                                               
 (1943)

 

PAISAJE VIRGILIANO

Porque lo verdadero es serio, desconfío de la alegría.
Se apagan por la tarde los colores del paisaje, incluso del más
Alegre
Y muestra sus líneas más serias
Cuando el olivo que se oscurece, frente al gris crepuscular
Del cielo, se mantiene
Envuelto en la inmovilidad.
Inmóvil e impasible está lo serio;
Las velas del barco pesquero, allí afuera,
Parduzcas y negras, triángulo tras triángulo
Apenas se siguen reflejando en las olas ya calmadas,
En las olas del alma, y
No fluctúa la bandeja de la verdad.
Oh, lo pasado, que desciende al atardecer
Como presentimiento de lo siempre existente.
Luego la piedra se transforma en cristal, pero la tarea diaria
Descansa en la seriedad
Por la verdadera permanencia.
                                                                     
(1945)

 

A LA FANTASÍA
 
(Para Thomas Mann)

Lo que como sueño se oculta tú lo has despertado,
Porque se crea a sí mismo tú lo has descubierto.
Un sueño rimado con otro da el espacio de los tiempos;
Como una espiga le brota tu árbol de la vida,
Desde la raíz de los tiempos susurra como un dios,
Pero las ramas se extienden formando un segundo seno:
Espacio en las manos del sueño, habitado como las estrellas,
Por dirigirse a la tierra, germen de los mundos como Fausto.

 (1945)

 

LA SOMBRA DE DANTE

Él no se tomó a la ligera lo que tan ligeramente le habían
Dado,
Y, sin embargo, no volvió difícil lo que difícilmente se apartó
De él:
Se teje lo anónimo intemporal alrededor de Beatriz,
En donde él se suspende, en donde se suspenden los tiempos,
Así que nada en él se declaró partidario de él….
¿Le era esto apropiado? Para alcanzar la totalidad debió
Elevarlo
A su propio ser. Oh, ¿se encontró? Se encontró solamente
Fuera de sí
Extraño en lo anónimo. Y, sin embargo, se llamó Dante.

Su audacia era la soledad y por ello nada como la huida,
Una audacia que afectó más a los amigos que a los enemigos;
El dolor, sin embargo, lo afectó, pero estaba siempre
Condenado al verso,
Pese al tormento de la vigilia, pese a la angustia ante el
Sueño:
¿es la audacia infernal la que canta, es el miedo celestial el
Que calla?
El final cercano, maduro, declina en el comienzo.
                                                                                 
 (1947)


(*) Del libro En mitad de la vida – Poesía completa – (1913/1949)
Traducción de Montserrat Armas y Rafael José Díaz
Ediciones Igitur/Poesía, Tarragona 2007


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