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Imagen obtenida de: http://www.santiagomaldonado.com
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En otros lugares hablé de la “grieta” como significación imaginaria social (A partir de, con y más allá de Silvia Bleichmar: Significaciones, subjetividades: encerrona política y del pensamiento). Es decir, como aquello que condiciona modos de representar, hacer y sentir sociales. En otras palabras, como una parte del discurso del Otro que formatea los registros representativos, afectivos y los actos de los sujetos. Impuesta por los medios masivos de des-información, implica la creencia en que la sociedad argentina estaría dividida en dos territorios separados por una grieta. Digo creencia porque es algo que pertenece a lo imaginario en el peor sentido del término. Esa significación no permite –a quienes se ven afectados por ella- pensar en otros modos de la actividad política que estén por fuera de esos dos territorios (que sintetizaré como K y M).

A lo que no aludí es a otra cuestión: es a la grieta misma, lugar de apertura, de discontinuidad, de abismo. Ese lugar es el del abismo de lo real, del sin sentido sobre el cual se asienta toda sociedad, sobre el cual, justamente, el magma de significaciones oficia de puente. Eso –que llamo la selva de lo real- puede ser para muchos un lugar para caer y perderse en el mismo, sin retorno posible. Y se puede caer por no aceptar que allí está la exigencia de trabajo para el pensamiento, y porque ese no aceptar puede dar lugar a ver espejismos. Lugar que empuja a la interrogación sin fin, a la creación, a la locura o a la huída para volver al confort de lo ya sabido.

Entonces: la grieta en sí es lo que no se ve: asomarse a ella es asomarse a un abismo. Ese abismo sobre el cual sobrenadan las significaciones imaginarias sociales (Castoriadis) que profiere el discurso del Otro y que dan el sentido a la vida colectiva. Dan un sentido retomado por sus integrantes, suscripto o desuscripto. Instituido y destituido por el propio colectivo; es el terreno de la actividad política.  Así, la grieta ha emergido como una significación, que es eso: una, y pretender que lo recubre todo es buscar un sentido garantizado. Vana ilusión, error fatal en política que afecta la profundidad de ésta, como interrogación sin límites de lo instituido.


La insignificancia y el psicoanálisis

Ante el abismo hay quienes tienen vértigo y retroceden, o por miedo a caer se aferran desesperadamente a algún sentido que anda por ahí. O quienes caen en él. Hay un caso lamentable, como lo es el de reducir el funcionamiento de la sociedad a variables psíquicas: eso que conocemos como reduccionismo. Psicoanalistas que se escandalizan ante los intentos de reducir la psique al cerebro, a lo congénito, a lo químico, o a un mero reflejo de lo social, no trepidan en perpetrar un reduccionismo vergonzante al atribuir episodios de la vida colectiva a aspectos del psiquismo, aunque sea de modo parcial.

Entre nosotros hay un sujeto que anda-así, al cual se refiere Oscar Sotolano en su texto. Anda-así, entre llorando por no encontrar lugar y ladrando porque pareciera que alguien cabalga. No voy a detenerme en él sino en el caballero que anda por otro carril, aunque por cierto que ha descarrillado. Y en su descarrilamiento promueve los ladridos de quien anda-así, entre llorando y ladrando. Porque arremete con el caso de dos supuestos pacientes [1] que gozarían masoquísticamente con que los penetren analmente. “Militantes del masoquismo anal” los denomina. Entonces votan a M para que los siga penetrando. K no lo hacía, se da por supuesto. A dicha penetración la llama masoquista. Craso error sería el de reducir el goce anal al masoquismo. Ya que pueden coincidir o no. Hay mujeres y hombres que disfrutan, que obtienen placer en el ser penetrados analmente, un placer no masoquista. Concluye que sus pacientes militantes M habrían sido abusados analmente y que eso los hace votar a M, quien podría también haber sido objeto de penetración anal. La conclusión –si extendemos esta “hipótesis” absurda- sería que a unos les gusta gozar masoquísticamente por el ano, y a otros –M en este caso- hacer gozar masoquísticamente por el ano a otros (¿sadismo?), aunque en su origen ambos hayan sido objeto de penetración anal no consentida. Otro disparate se produce a poco de avanzar en su “texto”: habría algunos niños que desean ser objeto de prácticas de abuso sexual. Tamaña aseveración daría argumentos para más de un abusador. Ni una palabra pronunciada acerca del acto perverso del abusador que aprovecha de la enorme desproporción en relación al infans o niño/a para realizar su acto. Hay puntos en los cuales no se puede ser ambiguo o poco claro: “se comienza cediendo en las palabras y se termina cediendo en los hechos”.

Luego inferirá que es el desamparo en el que vive la población la que hizo que lo votaran a M: que explique de dónde proviene ese desamparo, cuándo se creó. ¿O dirá que hay desamparo y desesperación a ambos lados de la grieta? ¿Y entonces? ¿Dónde estaría la diferencia? Se disuelve la grieta, se esfuma como oasis en el desierto. Porque, que yo sepa, “la gente” votó a M en un momento en el cual todo andaba bien, según el otro lado de la grieta, el K.

Finalmente, y para una mayor inconsistencia, dice que votaron a M para salvarse. A confesión de partes...

El problema en cuestión es que se descalifique con supuestas elucidaciones psicoanalíticas a quienes votaron por M: y, sobre todo, pretender que eso puede ser una contribución del psicoanálisis a la comprensión de por qué los sujetos pueden votar contra sus intereses. Sería gracioso sino fuera algo grave y que atenta contra la rigurosidad que siempre debe mantener el campo psicoanalítico en sus intervenciones, y ello más aún en una época como la actual, en la cual el psicoanálisis va perdiendo terreno ante otras ofertas terapéuticas “más breves y económicas” (así las necesita el poder instituido), abonando a este retroceso con intervenciones como la consignada.

El psicoanálisis no puede (ni debe) explicar por qué se vota a alguien, y ningún estudio sociológico o político serio podría avalar la idea de que la gente vota sabiendo que van a perjudicarla o porque desea ser perjudicada, porque goza de eso.

Por otra parte, es notorio como suele pasarse por alto en psicoanálisis el papel de los medios de des-información, que están al servicio de un proyecto político que basa mucho de su poder en mantener a la población atemorizada, des-informada abusando del nivel creencial que produce la hipnosis mediática, fascinada con el consumo, aturdida con mil estímulos, etc.

Contrabandear al interior del psicoanálisis posiciones político-partidarias pretendiendo justificarlas “teóricamente” no es sólo deshonestidad intelectual, sino mala fe.


¿Y el psicoanálisis y la sociedad, entonces?

Una breve guía orientadora del modo de entender el lazo psique y sociedad puede hallarse en los numerosos textos freudianos (30 por lo menos), en los cuales pueden apreciarse conceptos como el del superyó cultural (que personalmente ligo a la presencia y accionar del Otro); las reminiscencias que suelen vivir los pueblos acosados por culpas cometidas en el pasado –que debe revisarse, ya que se ancla en el asesinado del Padre primitivo, tesis de Moisés y la religión monoteísta-; el modo de formación de masas discriminado por Freud en Psicología de las masas: debe prestarse atención a su propuesta, apenas esbozada, de una masa organizada no alrededor de un líder, sino como éste emergiendo de dicha masa y obedeciendo a la misma; todos sus desarrollos referidos al malestar en la cultura, etc.; también las conceptualizaciones de Castoriadis respecto del magma de significaciones imaginarias sociales –concepto atinente a lo histórico social, no a lo psíquico-, y su incorporación a lo largo de la socialización de la psique; en Piera Aulagnier también hallamos en sus desarrollos sobre la alienación elementos interesantes de un modo de ser el psiquismo que es uno de los factores que permiten desarrollar eficazmente su tarea a los medios masivos de des-información. Pero, sobre todo, son las interfases descritas por Castoriadis las que pueden permitir entender en algo el lazo psique sociedad: el proceso identificatorio, la sublimación, los modelos identificatorios y los objetos obligados de la sublimación. Están también los desarrollos de la Escuela de Frankfurt, con Marcuse, Adorno, etc. Todo lo previo debe además ponerse en relación con lo tratado en Poder, medios y psique.

Nada de todo esto explica el funcionamiento de una sociedad. Lo que permite es elucidar –parcialmente- lo que la sociedad puede tomar en préstamo de la psique –y con qué elementos ésta puede contribuir al espacio socio histórico-, y los modos en los cuales la sociedad se incorpora a la misma.
También, insisto -como en otros textos-, en la importancia de la oferta que hace el Otro de satisfacción garantizada en el consumo y el eco que esto tiene en el inconsciente, y en la amenaza de exclusión que realiza como algo que apenas, y sin dejar de lado nada de lo expuesto previamente, puede hacer entender un aspecto del movimiento en lo histórico social. Apenas. Porque sabemos que no es una cosmovisión el psicoanálisis (Freud): no pretende explicar todos los problemas del ser y dejar cerrada una interrogación sobre el mismo. De ello se ocupa la religión. Justamente, el psicoanálisis cuestiona la concepción religiosa del universo.


La grieta, Santiago

“Frente al desaparecido en tanto este como tal, es una incógnita el desaparecido. Si el hombre apareciera tendría una tratamiento X, si la aparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tiene un tratamiento Z, pero mientras sea desaparecido no puede tener un tratamiento especial es un desaparecido, no tiene entidad no está ni muerto ni vivo, está desaparecido, frente a eso no podemos hacer nada, atendemos al familiar" (Videla, 1979).

Ni muerto ni vivo: por lo tanto no tiene un lugar, ni en la vida ni en la muerte. Eso es un desaparecido. Como Julio López, como Santiago Maldonado. Tiene todo el lugar a nivel simbólico: esto es lo que podemos apreciar en estos días con la imagen de Santiago Maldonado esparcida por todo el país. ¿Hay alguna relación entre estas desapariciones y la llamada grieta? Quizás, tal vez… Por empezar, la misma provoca un escotoma en la apreciación de la complejidad y heterogeneidad de la realidad social. Esto ocurre por ofrecer un sentido garantizado: en este caso uno es K o M y se queda tranquilo, ya está todo dicho. Como cuando se adhiere a una creencia religiosa y se alcanza cierto estado de tranquilidad debido a que El sentido ha sido alcanzado, alguien lo garantiza. Esto en realidad puede ocurrir con cualquier mirada/posición política que no esté dispuesta a la interrogación sobre sí misma. Pero en el caso de la grieta y la explotación abrumadora que de la misma hace el poder a través de los medios de des-información, el problema es que hay una zona de la realidad que queda obscurecida para el común de los sujetos (que no son ni M ni K ni tienen una posición política definida, siendo aquellos que definen elecciones, por ejemplo). Y por el momento no logra ser iluminada. Ese es también un aspecto peligroso de la grieta: que sean hechos desaparecer ahí, inadvertidamente, quienes estorban al poder instituido. Aunque se puede apreciar claramente lo que ocurre cuando esto no logra ser realizado de modo inadvertido.

Lo que no permite ver la grieta como significación es una serie de eventos que cuestionan lo instituido y que “curiosamente” ocupan poco o nulo espacio en los medios masivos de des-información: como la oposición popular exitosa a la instalación de una central nuclear en Viedma; el trabajo y los logros de las asambleas socio ambientales, su oposición a la Mega minería, la explotación a cielo abierto; las existencia y modalidad de las fábricas recuperadas –que contiene la fundamental experiencia de Zanon-; la lucha por la apropiación de las tierras de la que han sido objeto los pueblos originarios … también la privación de lo más elemental a la cual son sometidos esos pueblos así como la enorme masa de excluidos a lo largo de todo el país. Sí han ganado visibilidad eventos como el de Ni una menos, o la oposición masiva al llamado 2x1…. Y actualmente la movilización por Santiago Maldonado que le da al mismo tiempo visibilidad a la lucha de los mapuches.

K y M están unidos por esa grieta, es una falacia el pensar que la misma los separa. Habitan en el mismo terreno. Los movimientos y eventos que fueron mencionados muestran la verdad de la actividad política: asomarse al abismo, cuestionar lo instituido, no dar por natural lo que es creación humana. Y por sobre todo, muestran su pertenencia a otro proyecto para la sociedad [2].




 
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Notas
 
[1] Si fueran pacientes se trataría de una gravísima falta ética; si se trata de una ficción debiera haber sido aclarado para no generar dudas acerca de la confidencialidad que debe estar presente en la práctica psicoanalítica.
[2] Ver Raúl Zibechi: “La única alternativa al extractivismo es crear algo nuevo”
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