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Imagen obtenida de: http://www.santiagomaldonado.com
Palestina entre paréntesis. Entrevista a Agustina Galantini (*)
María Eugenia Celli
meugeniacelli@gmail.com
 

“¿Si no respondo de mí, quién responderá por mí?
Pero si sólo respondo por mí,
¿aún soy yo?”
Talmud de Babilonia: Tratado de Aboth 6a

“No es que la vulnerabilidad se convierta en resistencia porque a partir de un cierto punto la fortaleza se impone sobre la vulnerabilidad. La fortaleza no es lo contrario de la vulnerabilidad, y esto resulta evidente, diría yo, cuando esta última se pone en acción por sí sola, no como estrategia individual, sino como iniciativa conjunta.”

Judith Butler [1]



Palestina

-¿Cómo llega Palestina a tu biografía?

Bueno, es una pregunta difícil. Es como esa expresión: “…todos los caminos llevan a Roma”. Yo siento que, en distintos momentos de mi vida, todos los caminos me terminaron llevando a Palestina. Por un lado, mi abuela materna es libanesa. Yo no la conocí y, por eso, quizás no estuvo muy presente la ascendencia árabe en mi vida aunque creo que siempre fue algo que estuvo latente. Hace algunos años –alrededor de 2007/2008- se configuró, por primera vez, en la cámara de diputados el “Grupo Parlamentario de Amistad con Palestina”. En ese evento no sólo se escuchó el Himno Nacional de Palestina, sino que se mostró el mapa de este pueblo. Yo asistí y ahí me enteré de la historia de Palestina a través de sus mapas. Los mapas palestinos son algo fuerte y es muy difícil no sentirse tocado por el tema cuando entrás en contacto con ellos. Por otro lado, en ese entonces estaba estudiando relaciones internacionales y éste era un tema del que se hablaba en distintas materias. Más tarde me encontré con la gente del PEAPI [2] y me postulé para viajar. Y así es como terminé en Jerusalén.

- Mencionaste la sigla PEAPI que corresponde al “Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel” ¿cuál es el origen de este programa?

El PEAPI es un programa que surge de un llamado del Consejo Mundial de Iglesias que en el año 2002 advierte a todas las iglesias locales sobre la realidad de una aldea, Yanoun, que había sido amenazada con su demolición completa. Entonces las iglesias cristianas de Jerusalén le piden a la comunidad internacional que mande testigos para ser veedores de lo que estaba ocurriendo. El Consejo Mundial de Iglesias, respondiendo a este pedido inicial, comenzó a enviar periódicamente voluntarios para observar y acompañar a los palestinos, a los israelíes y a la gente que busca la paz en esta situación de ocupación. Y, si bien, este es un programa de inspiración cristiana no tiene en sí un abordaje religioso. Es un programa ecuménico y los palestinos lo tienen muy claro como pueblo.

- ¿Qué tareas desarrolla el PEAPI? y ¿cuál fue tu misión al viajar con el programa?

Las tareas varían dependiendo de la ciudad en la que uno está. Pero básicamente estas tienen que ver con tres aspectos: el primero, con el acceso a la educación (Access to Education); el segundo, con el acceso al trabajo y a los lugares en donde la gente vive (Access to Land and Livelihood). Y, el tercero, se refiere al acceso a la religión (Access to Worship). Lo que hace el PEAPI es, fundamentalmente, acompañamiento. Y si bien los voluntarios no vamos a monitorear la situación, sí nos ocupamos de mirar lo que está pasando y de ser testigos de lo que ocurre.

Por ejemplo, en Jerusalén una parte importante de nuestras tareas estaba referida al acceso a la religión. Puntualmente, dentro de la Ciudad Vieja está el complejo “Al Aqsa”, que se puede traducir como la “Explanada de las Mezquitas” o “Monte del templo” (“Haram al-Sharif”, en árabe). Este complejo tiene múltiples puertas. Todas están destinadas al acceso de musulmanes a excepción de una sola puerta que queda reservada para el ingreso de turistas. Una situación que suele ocurrir es que los judíos suelen entrar por las puertas reservadas a los musulmanes -y no por la puerta del turismo- y se suelen acompañar por grupos de soldados armados. Si bien, el hecho de que haya judíos dentro del complejo no es problemático -ya que los turistas pueden ingresar sin problemas-; sí suele haber tensión cuando entran con soldados armados y cuando intentan rezar allí; ya que se trata de una zona sagrada para el mundo musulmán, en la que sólo pueden rezar los musulmanes según el acuerdo que hay entre Israel y el Waqf Islámico (que es el organismo que tiene a cargo la custodia de esa zona). También los viernes solíamos ir al check-point de Qalandya, que separa Jerusalén con Ramallah con el fin de ver que los musulmanes pudieran llegar a Jerusalén para rezar en Al Aqsa.

Y, en lo que se refiere al acceso a la educación, hacíamos algo muy similar con los niños. Nos parábamos para ver que pudieran acceder sin dificultad tanto a la Ciudad Vieja como a algunos caminos que los llevaban a sus escuelas. Allí no vimos muchas escenas de violencia física directa, pero sí observamos cómo los niños eran detenidos por los soldados, se les abrían sus mochilas, se los requisaba y se les hacían chequeos diariamente. Lo cual generaba una situación muy difícil para los chicos que no sabían si ese día iban poder entrar a la escuela sin problema.

- Para poder entender y dar un marco a lo que narrás: ¿cuál es la actualidad del “conflicto” entre Palestina e Israel?

Yo, en primer lugar, intentaría quitar la palabra “conflicto” de la escena porque, en realidad, estamos hablando de una “ocupación”. Estamos hablando del Estado de Israel que ocupa desde 1967 los territorios de otro “futuro” Estado o Estado -sin más- que es Palestina. Estos territorios incluyen todo lo que es Cisjordania y Jerusalén Este, dejando a la Ciudad Vieja como un caso aparte. Esto, justamente, lo puntualizo porque la comunidad internacional y Naciones Unidas, en general, consideraría que la Ciudad Vieja podría tener un estatus distinto. Lo que acá tenemos son dos pueblos que están luchando por el control de un mismo territorio. Dos pueblos que quieren constituirse en Estado. Con la salvedad de que hay un pueblo que logró constituirse en tal, que tiene instituciones estatales, ejército, fondos económicos y el apoyo de grandes poderes en la comunidad internacional. Y hay otro pueblo que no tiene instituciones estatales que puedan incluir a toda su población ya que, debido a la ocupación, no tienen un alcance territorial total.

Por otro lado, en los Acuerdos de Oslo que fueron celebrados en 1993 se hizo una división del territorio en lo que se llamó: áreas “A”, “B” y “C”. Las áreas “A” eran áreas que estarían bajo el control total de Palestina. Las áreas “B” iban a tener un control compartido. Lo que significa que Palestina era la autoridad política y que sólo quedaba bajo la égida de Israel el control de la seguridad y de las fronteras. Y las áreas “C” eran absoluta responsabilidad de Israel. Esta distribución suponía, en un plazo de cinco años, la devolución paulatinamente de estos sectores a Palestina para que ésta pudiera, finalmente, convertirse en un Estado con territorio. Ya pasaron más de 20 años desde este acuerdo e Israel todavía ocupa todos los territorios “C” y muchos del área “B” y del área “A”. Por lo tanto, los Acuerdos de Oslo nunca se cumplieron. Y, desde hace algunos años, ya la autoridad Palestina determinó que estos tratados ya no son válidos porque no se han cumplido.

Y algo que es muy grave para cualquier solución es que Israel, durante todas estas décadas, permitió y avaló que en Cisjordania –que es Palestina- se construyan colonias donde implantan a su población. Por lo cual está violando el cuarto acuerdo de Ginebra y el derecho humanitario en general, ya que está trasplantando población suya a un territorio que no le pertenece. Israel justifica esto diciendo que son “territorios en disputa”. Y, la verdad, es que este es un concepto que no existe en el derecho internacional. Lo que sí existe es el concepto de “territorio ocupado” que es lo que está pasando en la práctica. Por eso, corresponde hablar de “Territorios Palestinos Ocupados”. Y, por esto mismo, es más propicio hablar de ocupación y no de conflicto, porque no hay dos partes que estén en igualdad de condiciones.

- ¿Cómo definirías a Palestina?

Hace un tiempo había leído un libro de una autora chilena [3] -de ascendencia palestina- que señalaba a Palestina como una realidad “entre paréntesis”. Y a mí me impacto mucho porque es una frase que se puede tomar desde muchos ángulos distintos. Yo creo, por un lado, que la comunidad internacional tiene a Palestina entre paréntesis porque es un tema que está presente en todos los organismos internacionales, en los acuerdos, en los documentos que se firman; pero que, por otro lado, es algo que está detenido y a la espera. Aunque no sé a la espera de qué. Pero mientras la comunidad internacional tiene a Palestina entre paréntesis, los palestinos no están en un paréntesis. Ellos están viviendo en ocupación desde 1967 y, como consecuencia de ello, hoy te encontrás con que la mayoría de la gente que habita los territorios palestinos nació y vivió toda su vida en ocupación. Es como un “linaje de ocupación.”


No se trata de propiedad, ni de títulos, sino de un “estar” en la tierra 

- …en este sentido ¿qué vínculo tiene el palestino/a con la tierra?

Yo puedo hablar como una persona cuya familia está en Argentina desde hace 100 años aproximadamente. Esto no es lo que pasa en Palestina. Las familias palestinas están ahí desde hace 500 o mil años. Digamos que es realmente imposible poder contabilizar cuánto es el tiempo que hace que están. Muchas veces me pasa que cuando cuento historias concretas de allá, la gente de Argentina me dice: “y… ¿por qué no se van?”. Y esa no es la pregunta. Justamente, ellos no se van porque son de ahí, es su tierra: “están” allí desde siempre. Es de ellos y punto. Realmente es gente que vive en sus tierras desde siempre y en las mismas casas. En este sentido, me sorprendí al conocer que las familias aún tienen las llaves de las casas que perdieron, no en 1967, sino en 1948. Ellos todavía sueñan con volver a esa casa. ¡Estamos hablando de más de 50 años!

Por otro lado, tienen un concepto de familia distinto al que tenemos nosotros. Este es mucho más ampliado que el nuestro. Y no solo hacia los costados (lo que incluye tíos, primos, primos segundos y otros), sino que también es un concepto de familia ampliado hacia atrás. Ellos conocen sus árboles genealógicos de generaciones anteriores de manera que nosotros no los conocemos. Es gente que vive en familia y prefieren quedarse relativamente cerca unos de otros. En eso yo sí, sentí un acercamiento a la tierra y a las raíces muy distintas a lo que yo veo acá... muy distinta a la occidental.

-¿Dónde sentiste más fuertemente esta tensión con lo occidental?

Bueno, a principios de nuestra estancia recuerdo que tuvimos una discusión con una mujer de una organización pacifista israelí que estaba contándonos algunos temas de la región. Pero ella –aun defendiendo el derecho de los palestinos a habitar su tierra- argumentaba que ellos no tenían “papeles de propiedad” sobre las tierras que reclamaban. Y una chica que estaba haciendo el programa con nosotros se enojó muchísimo porque ella decía que el planteo de propiedad es un concepto occidental y que venir a exigirle a gente que está hace siglos en esa tierra, que presente una escritura es una canallada total. Es querer justificar que esas tierras le pertenecen o no por un supuesto papel dado hace miles de años por el Imperio Otomano. ¡Estamos discutiendo sobre el Imperio Otomano! Cuando es gente que está en sus tierras desde hace siglos. Definitivamente, cuando estuve allá sentí que el palestino tiene un abordaje de la tierra, de la familia y de la propiedad totalmente distinto al que tengo yo, por lo menos, que vengo de una familia de migrantes y occidental.

-¿Y el Estado de Israel como opera la ocupación de la tierra Palestina día a día?

Bueno, con un excesivo control sobre las viviendas palestinas. En general, hoy en día, Jerusalén es un lugar muy difícil para los palestinos, que pese a ello no se van y eligen quedarse. En realidad, para explicar esto hay que tener en cuenta que en 1980 Israel anexionó Jerusalén (entera) por medio de una ley israelí a su Estado. Esto es una acción ilegal ya que se trata de una legislación unilateral de un Estado que no tiene ninguna clase de valor a nivel internacional. Al hacer esto se redibujó el mapa de Jerusalén y se reestablecieron las áreas: industriales, residenciales y otras. Pero muchas de estas áreas que se catalogaron de industriales son barrios en donde vivían y viven palestinos. Y lo que sucede es que cuando los palestinos quieren hacer cualquier modificación de su casa (que no se trata sólo de construir una casa nueva, sino de agregar una habitación o un piso) necesitan pedir una autorización a la administración israelí. Las autorizaciones que se entregan representan un número muy bajo. Por lo que las familias construyen de todos modos y, entonces, les llega una orden de demolición de la administración civil de Jerusalén.

Hay casos en donde los palestinos intentan construir en “tiempo record”. Pero también hay un dispositivo de vigilancia sobre ellos que es permanente. Sumado al hecho de que las autoridades civiles de Jerusalén juegan con demolerles a algunos sí y a otros no. Entonces, siempre está la duda de si “me demolerán o no la casa”. Y la gente tiene que seguir viviendo con sus familias que van creciendo. Y esto es lo importante que hay que ver.

-¿Y qué posibilidades de resistencia hay cuando una demolición es inminente?

Hay varios caminos cuando llega la orden de demolición. Un camino es contratar un abogado, pagar la multa e ir a juicio con el fin de que la orden sea rechazada. Son pocos los casos en que el juicio resulta favorable al palestino. Personalmente, yo no me topé con ninguno de ellos. Por lo general, es un proceso caro y largo en el que las familias palestinas pagan mucho dinero para llevarlo a cabo. Lo más duro es que el Estado de Israel les impone a los palestinos el costo de la demolición de sus propias casas. Ya que no sólo se envía a un grupo de soldados, sino también a las demoledoras y, asimismo, se les cobra el traslado de los escombros que tienen que ser removidos. Como esto es muy costoso, una de las posibilidades que les da la administración de Jerusalén es que ellos mismo -los palestinos- demuelan su casa, su habitación o lo que sea que tiene orden de demolición. Y, en muchos casos, me tocó ver cómo los mismos palestinos demuelen las casas que ellos mismos levantaron, en las que viven sus hijos o el negocio que le da de comer a veinte personas.

- ¿Hay otros motivos para la demolición de las viviendas?

Sí. Existe algo que se llama el “castigo colectivo” que está prohibido por el derecho humanitario internacional. Esta modalidad consiste en que cuando una persona es acusada de haber cometido un atentado terrorista contra Israel, por lo general, a esa persona (que suele ser palestina) se lo mata inmediatamente y se ordena demoler la casa de la familia –que no tiene nada que ver con el acto ocurrido-. Esto es un ejemplo de castigo colectivo. Es un caso muy particular pero de todas maneras no es la generalidad.

-En razón de esto que comentás del territorio reducido y controlado, pensaba en el espacio dado a lo fúnebre: ¿pueden tener cementerios?

Bueno, yo asistí a unas demoliciones de tumbas porque no tenían orden de construcción. Recuerdo que demolieron tres tumbas que estaban afuera de la Ciudad Vieja, en lo que sería “La Puerta de los Leones”, que es un cementerio bastante grande.

Pero también hay algo muy feo que está pasando últimamente, y es que en muchos casos, en donde aún no está claro si hubo ataque terrorista o no -por parte de algún palestino-, el Estado de Israel decide no entregar –durante meses- los cuerpos sin vida de los palestinos a sus familiares porque los considera “evidencia” del hecho. Y pasa mucho tiempo sin que la familia pueda recibir esos restos, los pueda enterrar y hacer su duelo. Esto es muy duro para las familias. Por otro lado, es cierto, que otro motivo por el que no se devuelven los cuerpos está relacionado con el hecho de que las familias suelen hacer funerales multitudinarios en los que se trata al difunto como un “mártir”. Y, para evitar esto, Israel retiene los cuerpos durante meses o años.

Puntualmente el 21 de Julio de este año los palestinos no pudieron rezar dentro de Al Aqsa y, entonces, lo hicieron de manera pacífica fuera de la ciudad, en todos lados. Como consecuencia de ello, Israel reprimió y murieron tres palestinos ese día. Y a esos tres palestinos los enterraron muy rápidamente para evitar que se les sustraigan los cuerpos. Con la particularidad de que uno de ellos murió en el hospital. Entonces sus familiares se llevaron el cuerpo inmediatamente del mismo hospital para poder enterrarlo antes de que los soldados pudieran llevárselo. Es una situación realmente dura en la que los palestinos se roban los cuerpos de sus propios familiares y amigos para poder enterrarlos y así evitar que el ejército Israelí no se los sustraiga definitivamente [4].

La ocupación atraviesa la vida de los palestinos pero también atraviesa su muerte. Recuerdo que, cuando demolieron esas tres tumbas no permitidas de la Ciudad Vieja, un palestino me dijo: “Ni siquiera nuestros muertos logran hacerse de la tierra y descansar”.


Niñez en ocupación

-¿Cómo es ser niño/a en un hábitat de ocupación?

La niñez siempre te sorprende. En realidad, son los palestinos que siempre te sorprenden. No dejo de recordar nenes contentos… contentos de ver a gente que no conocen –como a nosotros-, queriendo hablar en inglés, queriendo tener una conexión. Incluso me pasó una vez de ver a niños chiquitos de jardín de infantes, chocando “los cinco” con soldados israelíes. Cuando lo vi, no lo podía creer. Los nenitos iban pasando frente a nosotros (los internacionales) que estábamos velando para que pudieran llegar al colegio. Y ellos mientras iban pasando chocaban sus manos con nosotros y después venían los soldados y, sin ninguna diferencia, ellos siguieron con el mismo gesto hacia los soldados, como si no pasara nada. A mí me impactó tanto, porque no hubiera esperado jamás ver esto después de haber presenciado cómo otros soldados en otra ciudad les abrían las mochilas, les revisaban las cosas, los ponían contra la pared para controlar que no tuvieran nada escondido.

Algo que sucede en Palestina es que hay muchos casos de niños que están en prisión. Se trata de niños/as y jóvenes menores de 18 años que comparten la prisión con adultos. No están en un régimen separado, lo cual también es violatorio del derecho internacional. Son niños que están bajo prisión administrativa. Lo que implica que no pueden ver a su familia, que no pueden tener un abogado y que –muchas veces- no saben por qué están en prisión. Hasta el año pasado existió el caso de una jovencita (de 13 o 14 años) que estuvo presa durante mucho tiempo y nunca supo de qué se la acusaba.

- Muchas veces el miedo del niño es una delimitación de su universo ¿tuviste oportunidad de saber a qué le teme un niño/a palestino/a?

Yo no tuve esa conversación con los niños pero sí es evidente que hay muchos motivos de stress para ellos. Tuve una situación muy particular en Hebrón, en la zona H1 en donde hay varias escuelas. Esta zona es un área sólo permitida para colonos israelíes, por lo cual, los palestinos están obligados a pasar por un check-point para entrar allí. Por la mañana tienen que entrar los niños y las maestras. Y, este día en particular, muy temprano, alrededor de las seis de la mañana los soldados estaban diciendo que todos debían pasar por el detector de metales, desconociendo un acuerdo por el cual los docentes y los niños no pasan por este detector porque deben hacerlo a diario y pierden mucho tiempo. Esto motivó que las maestras se negaran a entrar.

Yo me imaginaba esa misma situación acá, en Argentina, con un montón de docentes y de niños que no pueden ir a la escuela sabiendo que lo más probable es que en tres o cuatro horas esa situación no se resuelva. Me los imaginaba dando media vuelta y volviéndose a sus casas. En Palestina eso no sucede. Todos los chicos esperaron. Y eran muy chiquitos desde jardín de infantes hasta los 12 años. Y creo que durante dos o tres horas no se resolvió. Ese día las clases empezaron tardísimo, pero los niños se quedaron todos. Y esa es una resistencia que no resigna los espacios, no renuncia a su deseo y a su derecho de querer ir a la escuela.

-Y ¿a qué juega un niño/a en ocupación?

No lo sé exactamente pero algo que me llamó la atención es que en el piso solía ver muchas “bolitas” (exactamente iguales a nuestras “canicas” de vidrio). Había muchas y en todos lados… Es un juego que allá está muy presente. Lo que ocurrió es que, ya en el final de mi viaje, me quería llevar algún souvenir y empecé a levantar las bolitas que encontraba por todos lados. Y cuando me volvía, estando en el aeropuerto (que es un lugar muy difícil), me di cuenta que esas bolitas son un signo de la “intifada” [5]. Porque en la primera intifada cuando se tiraban piedras, también se tiraban estas mismas bolitas. Esto es un ejemplo de un juego que utilizan los niños, pero que en su momento fue un signo de resistencia y lo sigue siendo aún hoy.


Mujer y resistencia

- Yendo a la cuestión de la mujer: ¿cómo es tratada la mujer palestina por parte del mundo israelí?

Yo no vi “violencia de género intercultural”, por llamarla de alguna manera. Esto no lo vi. Por lo general, la situación más difícil es el check-point. Allí las mujeres tienen permitido pasar por la línea humanitaria, pero ésta siempre está cerrada. Por lo menos, eso es lo que yo vi en el check-point de Qalandya. Entonces tienen que hacer la cola común con el resto de las personas. En algunas ocasiones se habilita la línea humanitaria y pasan por allí. Pero no es lo regular.

El check-pointes duro. Es duro para mí como persona pero también como mujer porque se trata de una jaula en la que estás apretada con personas por delante y por detrás. Prácticamente es como un colectivo en hora pico, durante dos horas que es el tiempo aproximado que se demoraba en cruzar. Pero no vi de parte de los soldados israelíes ni hacia mí -como mujer-, ni hacia las mujeres palestinas un trato degradante.

Lo que sí pude recoger fueron testimonios de mujeres que no pudieron pasar a Jerusalén a dar a luz. Hay casos en los que no se les permite pasar y deben dar a luz en su casa o en un hospital en Ramallah (que no está suficientemente equipado). Estos casos los sé fehacientemente.

- Es conocida la existencia de algunos colectivos de mujeres que proponen una resistencia pacífica a la ocupación ¿Tuviste oportunidad de conocer a alguno de ellos?

Sí. Hay varias organizaciones israelíes pacifistas que hacen un trabajo impresionante. De grupos de mujeres, particularmente, conocí a: MachsomWatch (que podríamos traducir como “monitoreo de checkpoints”). Se trata de mujeres, generalmente mayores, que ya no trabajan y están jubiladas. Y lo que hacen es monitorear los check-points en horarios muy tempranos –como a las 4 de la mañana- y se paran a mirar qué pasa. Y cuando ellas ven que un soldado tiene cerrada la línea humanitaria, que está demorando mucho, que está tratando mal a alguien o que no está dejando pasar a alguien por “x” motivo; se les acercan como abuelas y en hebreo les dicen: “¿Qué está pasando? ¿Por qué no lo dejás pasar?” “¿No ves que esta persona está enferma? ¿Está embarazada? ¿o necesita ir a trabajar?”

Bueno, hay otro de los grupos que a mí me conmueve mucho que se llama Women in Black (“Mujeres de negro” -en referencia a su vestimenta-). Ellas se inspiraron en nuestras “Madres de Plaza de Mayo” y comenzaron a reunirse durante la Guerra del Líbano en el año 1988 y lo que hacen es ir a distintas ciudades de Israel, se visten de negro y sostienen carteles en silencio en donde se lee: “Detengan la ocupación” (escrito en distintos idiomas). Eso es lo único que hacen [6].

Tengamos en cuenta que una movilización en Israel no es lo mismo que una movilización en Argentina. No hay corte de calles, ni de vereda, ni estruendos. Ellas solo se paran en el pasto, con sus carteles y en silencio. No interrumpen la circulación y sólo buscan ser visibles. Ellas quieren hacer visible que hay una parte de la población que está descontenta con la ocupación. Y es gente israelí que ama a Israel. Y que piensa que la ocupación no está bien y que, por ello, quiere que Israel retroceda a las fronteras de 1967.

Yo tengo cierta militancia en Argentina y nunca recibí la clase de acoso que sufrí estando ahí –junto a ellas- durante una hora parada. Al punto de que la gente que pasaba les tiraba cosas, les gritaban y las insultaban. Por supuesto, que había otra gente que pasaba y que las aplaudía, pero éstos eran una minoría. Y las mujeres se quedaban firmes con su cartelito y no peleaban con nadie. Ellas tienen pocas reglas: ir vestidas de negro, pararse en silencio y sostener sus carteles. Lo penoso es que, a pesar de ser manifestaciones permitidas y pacíficas, apenas se pone un poco complicado la policía se las lleva detenidas. Yo me crucé con una señora que había sido detenida en 37 oportunidades por ser parte de estas manifestaciones pacíficas.


Tras una esperanza histórica 

-En todo este escenario de resistencia ¿viste algún espacio para el humor?

Sí, vi humor. Me parece que los palestinos son muy creativos y encuentran muchas maneras de manifestar su “resistencia” en forma no violenta. Y hay formas que yo las veo y me muero de risa. Y creo que algunas cosas las hacen con la intención de burlarse un poco de la situación. Algo de esto vi en Jabal al Baba (que significa “la colina del Papa”) -una comunidad beduina que se encuentra en las afueras de Jerusalén- y que recibe mucha ayuda del Vaticano. Hay que decir que los beduinos son palestinos también. Ellos están en una situación muy crítica porque su espacio geográfico está casi totalmente encerrado por un muro y solamente les queda una entrada. Pero ésta pronto desaparecerá porque se está planificando que allí también se construya un muro. Y el problema que tienen es que si se llega a construir ese muro los chicos no van a poder ir a la escuela. Ya que el rodeo es casi imposible y la alternativa que les queda es hacer kilómetros y kilómetros para poder llegar a otra escuela o para comprar víveres y cosas para la vida cotidiana.

Lo interesante es que ellos han hecho algunas cosas que tienen ese componente de ironía y de resistencia creativa. Por ejemplo, cuando yo ya no estaba allí, un grupo de acompañantes ecuménicos fue a visitarlos como cualquier otro día y cuando llegaron le dijeron: “Qué bueno que vinieron porque tenemos que plantar 300 olivos”. Lo gracioso no era que querían plantar un número elevadísimo de olivos, sino que también querían hacerlo rápido para que no se dieran cuenta todas las colonias israelíes de alrededor. Así fue que toda la comunidad beduina y todos los internacionales se pusieron a plantar olivos “a lo loco” para que no se diera cuenta la administración israelí. ¡Una locura total!

Hay que tener en cuenta que en el mundo palestino el olivo lo es todo. Porque no sólo es lo que les da el sustento sino que hay algo más que tiene que ver con el tiempo. El olivo tarda muchísimos años en crecer. No es algo que uno planta y en un año tiene una cosecha. Y esto también es un abordaje al futuro. Es como una promesa: “Yo el día de mañana voy a seguir estando acá”, “mis hijos tendrán una plantación de olivos.” Ellos, los olivos, están acá desde hace siglos al igual que los palestinos. O sea que no es sólo un medio económico, sino que también es algo simbólico.

-Recién mencionaste que esta comunidad recibía ayuda del Vaticano: ¿cómo es ese cohabitar de las tres religiones monoteístas (musulmana, cristiana y judía)?

Los palestinos son palestinos. Nosotros es algo que preguntábamos mucho porque uno, desde afuera, suele pensar que hay tres religiones peleándose. Y lo cierto es que no hay tres religiones disputándose nada, sino que hay dos pueblos que quieren un mismo territorio.

De hecho cuando preguntábamos por lo religioso, los palestinos nos respondían que previo a la ocupación no sabían si sus vecinos eran cristianos o musulmanes. O, quizás, lo sabían pero no era algo que importara. No era un tema predominante. Incluso algunas mujeres me contaron que se enteraron que su mejor amiga era musulmana porque llegó a la adolescencia y empezó a usar Hiyab (que es el velo con que cubren sus cabezas). Ahí uno se da cuenta que el tema religioso no importa. Entonces, los palestinos son palestinos y la religión es un componente más dentro de otros componentes personales.

-Para terminar, ¿qué tipo de horizonte de expectativa y de esperanza tiene el palestino?

Creo que hay muchas respuestas a eso. Un caso que a mí me preocupó mucho es el de la escuela en Khan al Ahmar. Sobre ella pesa, en este momento, una orden de demolición. La desaparición de esta escuela dejaría a un montón de niños palestinos (beduinos) sin educación, ya que no tienen permitido ir a las escuelas que están en las colonias israelíes y la escuela más próxima está en Betania –a 18 km de sus casas-. Acá ocurre algo similar a lo que contaba antes con la comunidad de Jabal al Baba.

Este caso fue llevado a la justica y cuando nosotros visitamos la comunidad ellos habían recibido una resolución judicial que aplazaba por solo cuatro meses la demolición de la escuela pero no resolvía la cuestión definitivamente. Nosotros estábamos tristes y enojados porque entendíamos que la escuela debía seguir estando y esta resolución lo único que hacía era aplazar lo inminente. Pero cuando llegamos a la comunidad el líder de la misma estaba muy contento. Él decía: “son cuatro meses más que yo le puedo dar clases a los chicos”. Era una persona que estaba convencida de eso. Estamos hablando de una comunidad en donde ya murieron cinco nenes por tener que cruzar la ruta para llegar a otra escuela cuando ésta no existía.

Nosotros lo veíamos totalmente de otra manera. Vemos el horizonte de otra forma. Ellos suelen decir: “nosotros estamos acá hace 2000 años y acá estuvieron los romanos, el Imperio Otomano, los ingleses y otros…”. Hay en ello una cierta esperanza histórica, una clase de esperanza que, pese a todo lo adverso, se reafirma cuando dicen: “Nosotros vamos a seguir estando”.


[*] Agustina Galantini nació en Monte Caseros, Corrientes (Argentina). Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador y Diversidad Cultural en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Fue voluntaria del PEAPI en Jerusalén entre septiembre y noviembre del año 2016.

 

 
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Notas
 
[1] Butler, Judith, “Vulnerabilidad del cuerpo y la política de coaliciones”. En: Cuerpos aliados y lucha política. Paidós, Buenos Aires,  2017, p. 152.
[2] Para consultar sobre el PEAPI remitimos a su página web: http://www.oikoumene.org/es/nuestra-labor/eappi-es (Consultada en: Agosto de 2017).
[3] Se refiere a: Meruane, Lina, Volverse Palestina, México, Conaculta, 2013.
[4] Al respecto se puede consultar la nota periodística: AAVV, “Incluso en la muerte los palestinos tienen que luchar por su libertad”, en: Palestina libre (diario digital), 02/08/17, en: http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=65304 (Consultada en: Agosto de 2017).
[5] Intefadaho Intifadah (árabe انتفض : "agitación o levantamiento") es el nombre popular de dos rebeliones palestinas que tuvieron lugar en Cisjordania y la franja de Gaza contra Israel.
[6] Para la descripción de éstos colectivos femeninos cfr.:https://caminosdepazisraelypalestina.wordpress.com/organizaciones-palestinas-por-la-paz/ (Consultada en: Agosto de 2017).
 
Páginas web, Blogs y otros enlaces
 
- www.eappi.org
- http://www.oikoumene.org/es/nuestra-labor/eappi-es
- http://americalatina.peapi.org/
- www.oikoumene.org
- www.kairospalestine.ps
- www.rebelion.org/seccion.php?id=17
- https://electronicintifada.net/
- www.palestinalibre.org/
-https://caminosdepazisraelypalestina.wordpress.com/organizaciones-palestinas-por-la-paz/
- https://losotrosjudios.com/tag/palestina-libre/
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