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Por Leonel Sicardi
 
 
 
Paul Delvaux (1897-1994)
Nadie acabará con los libros
De Umberto Eco y Jean Claude Carrière
Ed. Lumen.  Barcelona 2010 (264 Páginas)
Por Héctor J. Freire
[email protected]
 

Hace muchísimos años, ya había mujeres y hombres que leían, y hoy seguimos haciéndolo. Los lectores no hemos desaparecido, y como antes seguimos disfrutando con las páginas de un poema, un cuento, una nueva novela, intrigados por las propuestas de un interesante ensayo, o conmovidos antes las imágenes de un libro ilustrado, que reclama nuestra atención.

Lo que sí ha cambiado, es el soporte que acompaña los escritos, y aún nos esperan nuevos y sorprendentes cambios. Desde el pergamino y el papiro, el objeto libro “evolucionó” hacia el papel, y un día del año 1450, el genial Gutenberg transformó el libro en un placer accesible a las mayorías. Hoy en día, los soportes multimedia ofrecen nuevas posibilidades de lectura, y hay muchos que ya piensan con nostalgia en la textura del libro impreso, despidiéndose de él como de un amigo fiel que está a punto de irse definitivamente. Esta es la temática y la problemática de la que trata Nadie acabará con los libros: un diálogo por demás erudito y ameno a vez, entre dos fructíferos artistas que han escrito muchísimo, y al mismo tiempo son ávidos y exquisitos lectores, además de ser grandes coleccionistas de libros.

Eco y Carrière, nos llevan por intermedio de la lectura de este texto necesario –en tiempos de gran confusión- , a sus respectivas bibliotecas para comentar sus gustos y manías. Para contarnos por qué hubo épocas en los que grandes obras maestras (ahora clásicas) florecían; y en otras en que la estupidez y la insignificancia crecen a sus anchas. Para explicarnos, entre otras cosas, cómo funciona la memoria y cómo podemos hacer realmente nuestro lo que vamos aprendiendo con la lectura. A propósito, este libro, lejos de ser una polémica en contra o a favor de las “nuevas maneras de leer”, es un ensayo dialogado, espléndido. Una verdadera apología y un homenaje a todos los lectores. Un fuerte estímulo para la imaginación y la inteligencia.

Ante los inciertos tiempos que corren para el futuro de la edición de libros, Nadie acabará con los libros, nos demuestra que las prácticas nuevas y las costumbres coexisten, y que no hay nada que nos guste más que ampliar el abanico de nuestras posibilidades. Y que el libro electrónico, el e-book, en definitiva no matará al libro. ¿Acaso los Films han matado a los cuadros? ¿La televisión al cine? ¿El cine al teatro?

Como podemos leer en la introducción: los libros son el reflejo de las aspiraciones y de las capacidades de una humanidad en busca de crecimiento y progreso. El libro de Eco y Carrière, también demuestra “que no hay nada más efímero que los soportes duraderos y nada más frágil que los soportes contemporáneos.” Ante esta vertiginosidad que nos llena de vacío, donde el presente progresivamente se encoge y se niega. Y donde la velocidad con la tecnología se renueva, obligándonos a un mantener un ritmo insostenible, de reorganización permanente de nuestras “costumbres mentales”. Cuya aceleración contribuye a borrar la memoria, y el olvido corre de prisa, cada vez más, al decir de Eco. El libro sigue siendo uno de los instrumentos de conocimiento más flexible. El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor.

O al decir de Carrière: a través del libro el conocimiento se transforma de un saber en una experiencia de vida.
Y lo que nos da Internet, por ejemplo, es en efecto, una información en bruto. En la mayoría de los casos, sin distinción alguna, o casi, sin control de las fuentes, ni de su jerarquización. Ahora bien, todos necesitamos no solo verificar, sino también dar sentido, es decir ordenar, colocar nuestro saber en un punto determinado del discurso. ¿Y según qué criterios?

Recomendable la lectura de Nadie acabará con los libros (que además posee ilustraciones-fotos más que sugerentes), porque en este viaje iniciado hacia el soporte electrónico, quedarán muchos “cadáveres exquisitos” en el camino: editores, libreros, bibliotecas, lectores. Al igual que seguimos disfrutando de algo tan “obsoleto y anacrónico” como la ópera, el ballet, el teatro, el cine de autor, o el libro de papel.



 
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