¿Qué hace un psicoanalista? asume el desafío de revisitar la técnica psicoanalítica. Pero es más que eso. Recupera un debate epistemológico que se desliza del objeto a las razones que constituyen el resorte de la práctica. Que el practicante lo ignore no determina su inexistencia, pero le resultaría útil tenerlo en consideración, si no desea convertirse en el único amo de un barco con destino incierto.
“¿Cómo lee un psicoanalista si ya no cuenta con una clave de lectura? ¿Qué significa interpretar por fuera de una hermenéutica?”, se pregunta Bonoris, y así resume un enjambre de preocupaciones que se vociferan por lo bajo: tomando en serio un susurro. Se trata de un escrito bifronte que conjuga con destreza el rigor académico y la exploración ensayística. Divulgar sin divagar no es tarea sencilla. Implica esfuerzos similares a los de una investigación que no se restrinja a una antropología del silencio.
Bonoris demuestra tener un profundo respeto por sus interlocutores. Las páginas del libro incluyen decenas de referencias que delimitan posiciones en tensión. El valor no reside en la cuantía, ni en los nombres propios que menciona, sino en la inversión del agente, mediante un razonamiento vivo que informa al lector sobre las ideas a las que se encuentra muchas veces adherido.
Su trabajo contribuye al esclarecimiento de los discursos hegemónicos que cristalizan prácticas concretas. Un gesto que invita a ampliar la biblioteca y desatornillarse de las fuentes ahuesadas de siempre. Una descripción justa sobre la deriva de una enseñanza.
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Bruno Bonoris es psicoanalista. Ejerce la docencia y la investigación en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde estudió psicología y realizó la maestría en Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad. Hizo la residencia en Psicología Clínica en el Hospital Ramos Mejía. Es Doctorando en Psicología en la UBA y en Filosofía en la Université París 8 Vincennes – Saint-Denis.
Coloquio de Perros no es una editorial. Es una alianza vital, una conspiración. El sueño de una contracultura en salud mental. Editar libros es nuestra estrategia para la liberación anímica. Los libros son prácticas situadas: tecnologías que conectan ideas y cuerpos, afectos y políticas, conocimientos y transformaciones. Porque hay letras, imágenes y sonidos que movilizan. Nuestros amigos andan por ahí, impulsando una escena psicopolítica alternativa, creando mundos sensoriales y cognitivos en los márgenes de la ciudad letrada y de los campos disciplinares. Los perros somos todos aquellos inconscientes que se rebelan. No sabemos ni podemos encajar en este mundo. Tampoco queremos. Lo demuestran nuestras ansiedades, depresiones, insomnios, contracturas, apatías, anorexias… El síntoma es nuestro territorio de investigación y resistencia. Los perros encontramos en los síntomas un nuevo punto de partida. Estamos asediados por los espectros de la tradición: hay imágenes de cambio que impiden cambiar. Cuando la herencia se convierte en respuesta, entorpece la invención y el contagio de nuevas prácticas intelectuales y políticas. Sin embargo, existe una experiencia generacional, ambivalente y dispersa, que nos incita sentir, pensar y actuar en común. Los perros venimos del futuro.