El 24
de agosto de 2011 la legislatura de la Provincia de
Mendoza (Argentina) rechazó el proyecto mega-minero
de oro y cobre San Jorge por unanimidad. En una coyuntura
política netamente pro-minera y con los medios
masivos de comunicación funcionando como operadores
de los mismos intereses, resulta algo complejo entender
lo sucedido.
Recordemos que hace algunos meses no cabían dudas
respecto de la posición pro-minera de los dos
candidatos a gobernador con chances de llegar al poder.
Por una parte, el candidato de la Unión Cívica
Radical (UCR) Roberto Iglesias decía: “Yo
no comparto eso de que porque el Estado no puede controlar,
no hay que hacer minería. Si es por eso, no podríamos
tener ni luz…”. “Me parece que se
ha hecho una conciencia anti minera que no es buena.
La minería es una actividad legítima,
económica, como cualquier otra, con sus “pros”
y sus contras.”"El problema no es la minería,
sino la contaminación. Las bodegas también
contaminan... y nadie se escandaliza sino que se trabaja.
Mendoza tiene experiencia en la protección de
su activo ambiental.” [1]
Por otra parte, el candidato del Frente Para la Victoria
(FPV) (Kirchnerista) Francisco “Paco” Pérez
se encontraba aún más identificado con
el sector minero, proviniendo del grupo de abogados
BRGPG, (apoderado legal de la minera San Jorge ) y siendo
ministro de infraestructura del actual gobierno había
llegado a afirmar que “hay que reactivar los trabajos
en la mina Sierra Pintada” [2],
cerrada por la Justicia mendocina que había ordenado
a la Comisión Nacional de Energía Atómica
(CNEA) que se abstenga de reabrir la mina de uranio
Sierra Pintada paralizada desde 1995 porque el emprendimiento
representa una "potencialidad dañosa"
para el medioambiente.
Panorama hostil para las asambleas
socio ambientales que lograron dar vuelta en
su favor la contienda con un arduo y extenso trabajo
de movilización y discusión en el que
en especial la “Asamblea Popular por el Agua Pura”
de la capital mendocina mostró capacidad para
difundir su mensaje con eficacia logrando extender las
bases de sustentación del movimiento más
allá de los límites soportables por la
estructura político partidaria.
Luego de las elecciones primarias del 14 de agosto
pasado tres cosas quedaron en claro en la provincia:
la primera es que la abrumadora mayoría de los
votantes apoyaría en las próximas elecciones
a la actual presidenta Cristina Fernández de
Kirchner. La segunda, que el candidato a presidente
por la UCR, Ricardo Alfonsín tendría un
efecto más bien negativo sobre el electorado
en detrimento del candidato a gobernador Roberto Iglesias
(UCR). La tercera, menos visible pero no por ello menos
elocuente, que a partir de que al registrarse un pequeño
índice de corte de boleta en perjuicio de los
candidatos a diputados provinciales por el FPV, está
conducta podría repetirse y profundizarse.
El escenario fue correctamente leído por Roberto
Iglesias quien entendió que, si pretendía
tener alguna chance, debía patear el tablero.
El miércoles 17 de agosto las asambleas socio-ambientales
cortaron los accesos a la ciudad de Mendoza desde las
10 a las 18 hs. exigiendo que se tratara la aprobación
o rechazo del proyecto San Jorge, detenido en la legislatura
desde febrero del corriente año. Durante el corte
fue visible el apoyo generalizado de la población
y en tiempo de campaña esto se volvió
decisivo en tanto la mega-minería, en este caso
San Jorge, es una pesada piedra que solo puede ser sostenida
por varios candidatos a la vez, pero de ningún
modo por uno solo [3].
48hs después de la movilización de los
asambleístas Iglesias hace su jugada y declara
en contra de Minera San Jorge, buscando despegarse de
su contrincante.
Francisco Pérez (FPV) por su parte entendió
que la piedra lo hundiría y decidió soltarla,
perdiendo algunos aliados pero sobreviviendo para aspirar
a la gobernación y en definitiva impulsar la
mega-minería desde el poder.
Los medios de comunicación, con su habitual lectura
corta, se dedicaron a buscar vencedores y vencidos en
la estructura partidaria, sorprenderse con las idas
y venidas de los candidatos y realizar predicciones
a partir de este tipo de conjeturas.
Mientras tanto el movimiento socio-ambiental mostró
nuevamente su poder, no solo ya para colar temas incómodos
en agenda, sino también para sacudir procesos
eleccionarios y utilizarlos en su favor.
|