PUBLICACIÓN DE PSICOANÁLISIS, SOCIEDAD, SUBJETIVIDAD Y ARTE
El Psicoanalítico  
LABERINTOS, ENTRECRUZAMIENTOS Y MAGMAS
Instagramtwiter facebook
 
 
 
ULTIMO MOMENTO
OTROS ARTÍCULOS
El Psicoanálisis y los debates sobre la despenalización del aborto
Por María Cristina Oleaga

La manzana rodeada
Por María Cristina Oleaga

Santiago Maldonado. Multiplicar las Preguntas
Por Diego Singer

¿Bajar la edad de imputabilidad?
Por María Cristina Oleaga

El oeste rosarino
Por Carlos del Frade

Trump: bajos instintos
Por Yago Franco

¿El amor no duele?
Por María Cristina Oleaga

Femicidios y sociedad
Por María Cristina Oleaga

Adicción al juego: el consumidor consumido
Por María Cristina Oleaga

Viajes de egresados: ¿Por fin libres?

Por María Cristina Oleaga

"Escuchaba casetes que me daba mi padre con grabaciones de tortura"

Por Laureano Barrera

La intimidad como mercancía
Por Yago Franco

"Llegó con tres heridas"
Por María Cristina Oleaga

¿Qué podré decir a mis alumnos en el día de la memoria por el Holocausto?
Por Franco "Bifo" Berardi

El hijo del torturador volvió a La Perla
Por Laureano Barrera

Celebración de los 70 y su legado
Por Yago Franco

El aseo. Nacimiento de lo íntimo
Por María Cristina Oleaga

¿Padres?
Por María Cristina Oleaga

El psicoanálisis y la época
Por Yago Franco

UTIM
Por Leonel Sicardi

Paradojas esclarecedoras del progresismo populista
Por María Cristina Oleaga

Lo que pasó en Chubut
Por Germán Ciari

Apego, Colecho e Incesto: hacia la mamiferidad
Por María Cristina Oleaga y Yago Franco

Laura Gutman. Elogio de la pedofilia y marketing
Por Oscar Sotolano

Elogio de la pedofilia
Por María Cristina Oleaga y Yago Franco

Sobre la Huerta Urbana. Entrevista a Fabiana Naiman
Por María Cristina Oleaga

América Latina Piensa (La cuestión del desarrollo) -ciclo de 11 documentales-

Mundial de Brasil: palabras en juego
Por Yago Franco

Los pibes que no bailan el chamamé de los gendarmes
Por Carlos Del Frade

Violencias
Por María Cristina Oleaga

La esperanza en medio de las balas
Por Carlos Del Frade

Las garras de los Reyes Magos
Por Miguel A. Semán

Gelman y “El emperrado corazón amora”
Por Mario Buchbinder

Jóvenes
Por María Cristina Oleaga

"No les puedo dar más drogas" Una manifestación de la insignificancia
Por Yago Franco

El agua mala que mató a los bebés mbya
Por Silvana Melo

Divulgación repudio al Sindrome de Alienación Parental
Subcomisión Abuso Sexual Infantil
Coord. Lic. María Cristina Rebollo Paz


DINK
Por María Cristina Oleaga

Límites del Progresismo Cristinista
Por Germán Ciari

Proyectos de ley sobre Trastorno de Espectro Autista
Posición del Foro de Instituciones de Profesionales en Salud Mental

Repudio a la represión macrista en el Borda

Comenzó la temporada 2013
Por Germán Ciari

¿Dónde está la madre? ¿Dónde el niño?
Por María Cristina Oleaga

Las canciones lo están tocando a él
Por Diego Velázquez

La ¿Medea? del country
Por María Cristina Oleaga

El periodismo en la era de la vociferación (III)
Por Hernán López Echagüe

El periodismo en la era de la vociferación (II)
Por Hernán López Echagüe

SIN RETORNO. Una reflexión personal sobre la ley (anti)terrorista
Por Eduardo Grüner

Anteriores:
Navidad tomada
Por Gisela Cardozo

El periodismo en la era de la vociferación (I)
Por Hernán López Echagüe

"La garra de Los Pumas es un mito conservador y clasista" 
Por Diego Velázquez


¿Que pasó en Mendoza?

Por Germán Ciari y Mariana Polti

Soliloquio de un terapeuta
Por Leonel Sicardi


¿Puede morir el psicoanálisis?
Por Yago Franco

A propósito de Grecia. Camino a Epidauro
Por Héctor Freire

 
Paradigma borderline - De la afánisis al ataque de pánico - Yago Franco
 
ESPACIO DE PUBLICIDAD - CONSULTAR
 
Colegio de Psicoanalistas
 
Magma
 
América Latina Piensa (La cuestión del desarrollo)
 
Talleres Hernán López Echagüe
 
La Pecera
 
LIBROS El cine y la poesía argentina El cine y la poesía argentina Más allá del malestar. Yago Franco
 
Para publicitar en El Psicoanalítico
 
 
 
Soliloquio de un terapeuta
Por Leonel Sicardi
leonelsicardi@elpsicoanalitico.com.ar
 

¿Para qué viene a consulta este paciente? fue lo primero que me pregunté.
Lo había atendido un tiempo breve hace más de quince años, quedando presente en mi memoria el hecho de que es el menor de varios hermanos y que formaban un sistema cerrado, él y sus padres.
A raíz de un encuentro casual en la calle, hace unos días me pidió una entrevista para “hablar algunas cosas”.
Viene puntual a la primera entrevista, entró hablando apenas le abro la puerta del consultorio, como si el tiempo no hubiese transcurrido desde 1993, última vez que lo atendí, como si no fuera necesario hablar acerca de porque venía y cómo íbamos a trabajar juntos.
Acto seguido empieza su relato, trae por escrito fechas de sucesos históricos personales y familiares, fechas de inicio y de finalización de sus trabajos, características de los jefes al detalle, diferentes problemas de salud de parientes y allegados que capturaron su atención y dedicación los últimos quince años de su vida, siendo su discurso un relato sin fisuras, cerrado, que no permite mi ingreso ni para aclarar que espera de su consulta conmigo.
¿Para qué viene este paciente? me sigo preguntando, a pesar de haber quedado en tener, en principio, sólo cuatro o cinco entrevistas.
En su monólogo, es muy difícil intervenir, es una ilación constante de datos y fechas, enlazados unos con otros, las más de las veces son hechos dolorosos,
de amigos y familiares cercanos y otras veces de personas que siente cercanas en su vida sin que la relación sea realmente estrecha.
Datos, datos y más datos, fechas, fechas y más fechas, se van acumulando en el espacio del consultorio y son como ladrillos que van formando una prolija y ordenada pared entre él y yo.
Mis cavilaciones son acompañadas por una gran tensión corporal, dolor de cuello, de hombros, creo que por el esfuerzo de tratar de encontrar sentido a esta consulta.
Convoqué a los grandes maestros, Freud, Green, Piera Aulagnier, Moreno, y nada.. .todo sigue igual.
Las pocas intervenciones que pude hacer fueron realizadas con mucho cuidado, pidiéndole permiso para una interrupción, puesto que si cortaba su discurso, se irritaba, mostrando en los datos anotados todo lo que le faltaba por transmitir.
Y más ladrillos y más datos, la arcilla, el cemento, son la ansiedad que los agrupa y mezcla, sin dejar resquicio entre ellos para que se pueda acceder a su mundo de alguna manera.
Promedia la segunda entrevista y me sigo preguntando cual es el motivo profundo de su consulta y por qué conmigo luego de más de quince años.
Tercera entrevista, ya no me pregunto tanto para que viene, viene para ser escuchado, (catarsis me dice el artículo de mi colega Velázquez), pero ¿qué le aporto yo? es la nueva pregunta, si no se puede entrar en su mundo sellado.
De pronto surge una palabra como un rayo de luz en mitad del túnel, menciona la palabra soledad, acompañada por un levísimo temblor en la voz y pasando a otro tema inmediatamente.
Tomé esa palabra como una chispa, un semitono, una posible entrada a su mundo afectivo, a la que decidí aferrarme casi con desesperación, pero esa puerta se cerró rápidamente.
Finaliza la tercera sesión, intento seguir haciendo foco en su soledad, preguntándole por sus amigos, mujeres, con qué gente cuenta en estos momentos de su vida.
Siguió un listado mayor que el primero, de relaciones reales y casi imaginarias en sus últimos años, pero todas con desencuentros, rupturas, distancia y otros vínculos anteriores, con los que había querido contactarse nuevamente sin lograrlo, mi sentimiento era que forzaba dichos vínculos.
Su relato me generaba una doble angustia, por no poder conectarme con él y por las frustraciones que coronaban todo intento suyo para recuperar amigos, gente de su pasado, como si todo le confirmara que “perdió el tren”.
Darme cuenta que generar una relación con otro es su mayor dificultad, me permitió entender por qué me resultaba tan difícil establecer un puente, una conexión con él en las sesiones, sintiendo que yo también “perdía el tren” en relación a poder ayudarlo.
Si bien algo había avanzado, yo seguía acosado por mis preguntas: por qué consulta ahora, por qué conmigo, qué le aporto, cómo llego a él.
Tengo dos entradas, me dije, la soledad y su dificultad para establecer un puente con otra persona, obviamente ambas relacionadas entre sí.
Es la cuarta sesión y yo me quedo pensando, de pronto tomo las fechas y los datos y me doy cuenta de algo, me ilumino un momento, “que lento sos a veces”, –me dije-, las fechas en las que tuvo vínculos afectivos más fructíferos y que intentó inútilmente recomponer, coinciden con la época en que tuvo la anterior consulta conmigo, que luego interrumpió abruptamente.
En el momento que hago esta asociación, me llegan mensajes atascados en mi red virtual imaginaria y puedo escuchar a los grandes maestros a los que anteriormente acudí: transferencia y contratransferencia me dice Freud, afecto y sentido agrega Piera Aulagnier, discurso narrativo-recitativo como defensa, me dice Green, Moreno me propone un cambio de roles a fin de intentar un posible encuentro.
Y ahora, por fin, empiezo a tener claro a qué viene, viene a recuperar su conexión con un otro, a “entrar en sintonía” nuevamente, a dejar su monólogo….
Y aquí termina mi soliloquio, me llaman para intentar un postergado diálogo.

Compartir
subir
 
Copyright © 2010 elpsicoanalítico.com.ar | Editores responsables: Yago Franco - Héctor Freire (arte y erotismo) | Humahuaca 3411 1° 9 C1191ABB Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina -
TE: 5411 4864.6890 |
contacto@elpsicoanalitico.com.ar| publicidad@elpsicoanalitico.com.ar | Nº ISSN 2545-8469 |
Las opiniones vertidas en los artículos son de responsabilidad exclusiva de sus autores. Se permite la reproducción de los artículos citando la fuente |