Compartimos tiempos de cárcel con Juan Gelman en el 63. Él en la cárcel de Devoto.
Habitábamos detrás de las rejas, en los pabellones, con Ernesto Giudice, José Luis Mangheri, Norberto Vilar, junto con muchos otros en la cárcel de Río Bamba. Ese edificio, antigua cárcel de mujeres, es ahora un terreno que se usa como garaje, está rodeado por los mismos edificios que lo rodeaban en aquella época.
Éramos presos de una de las dictaduras que asolaron la historia argentina. No éramos inocentes sino luchadores jóvenes por la libertad y la justicia. Quizás fuéramos inocentes ante el milagro de la verdad y la enunciación.
En los últimos años imaginé un encuentro de él con Jacques Ancet en Bs. As. Jacques un poeta francés contemporáneo y traductor, entre otros autores de la lengua española, de Juan.
Creía que aparte de la cárcel me hermanaba con Juan, con Jacques, con Gamoneda y con Valente algo relacionado con la poesía meditativa. En mi imaginación estaba el poder encontrarlo no tanto para hablar de la cárcel sino de la poesía.
Como es sabido Gelman nunca dejó a un costado sus ideales, pero él no aceptaba que denominaran como política su poesía. Sí, siempre estaba transformando su escritura y no quería que la encasillaran. Por ello mismo, y en relación a la poesía creo yo que no lo quería enrolar en una corriente dentro de la poesía.
Hace unos años quise fundar una agrupación que denominaba: “Presos del 60”, en la que Juan podría participar. Pero la crudeza de los acontecimientos del 70, dejaron en el olvido esa agrupación que nunca llegó a constituirse.
Seguí dialogando con él a través de sus libros y con algunos de sus amigos. Muchos de nosotros lo seguiremos haciendo.
En el 62 ya había publicado varios de sus textos entre ellos “Gotán”. De 1965 es “Cólera buey”. En el poema Sí, escribe: “celebrando su máquina/el emperrado corazón amora/como si no le dieran de través/de atrás adelante en su porfía”.
Qué impactante encontrar el segundo verso que 45 años más tarde da título a su nuevo libro: “El emperrado corazón amora” y el cuarto que le da el título al poemario: “de atrásalente en su porfía” de 2007/2008.
No es extraño que un poeta reescriba sus propios textos y los de otros. De San Juan de la Cruz incorpora en el libro “Mundar” en el poema “Hilos”: “El hilo calla y sigue con/el alma que le quieren atar./ Es el alma que le quieren atar/y / como amado en su amada desata/ aires, aguas ardores/ que no se pueden apagar.”
Ese hilo que Gelman fue tejiendo en sus años de poeta, aunque se apaguen, no se pueden apagar.
Juancito como le decían sus queridos amigos sigue tejiendo y desatando almas junto con sus compañeros, como en ese 63 lejano en la Cárcel de Devoto y en la de la calle Río Bamba 542.
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