Introducción
En Buenos Aires, el 30 de mayo de 2008, falleció el médico psicoanalista Fernando Octavio Ulloa, maestro de muchas camadas de psicólogos y psicoanalistas, docente de la Universidad de Buenos Aires en donde se recibió de médico en el año 1950. Trabajó por la salud de las instituciones y en el área de los derechos humanos, dando cuenta de un fuerte compromiso social. Fue colega y amigo de Enrique Pichón Rivière de quien fue discípulo en un primer momento, coincidiendo sobre todo en su apuesta por articular psicoanálisis y política.
Revisitar a Ulloa implica para nosotros, no solo un acercamiento a sus ideas y conceptos- especialmente aquellos los volcados en su libro “La novela clínica psicoanalítica. Historial de una práctica” y en algunas de sus numerosas publicaciones- sino seguir vivificando su propuesta de construir pensamiento y reflexión en forma conjunta con el lector, como destinatario de su trabajo orientado a la elucidación de las numerosidades sociales.
Acerca de Ulloa, en la voz de periodistas y psicoanalistas
“Fernando Ulloa es médico y psicoanalista y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos.Aires desde 1960. Forma parte del grupo de analistas argentinos que, con un fuerte compromiso político -junto a Langer, Rodrigué, Pavlovsky, Kesselman y Bauleo, entre otros-, tuvieron forzosamente que transitar durante varios años de su vida por los caminos del exilio, en la década de los 70. Con más de cuarenta años de trabajo en psicoanálisis, psicología clínica, docencia e investigación, es uno de los referentes centrales en la formación de varias generaciones de psicólogos y psicólogas de nuestro país. Ha extendido la práctica psicoanalítica a instituciones, comunidades asistenciales, centros escolares y organizaciones de derechos humanos, y es autor de varios libros y de más de doscientos artículos sobre su especialidad. En la actualidad investiga los dispositivos socioculturales de la ternura y la crueldad desde una perspectiva social y metapsicológica”. Luis Grieco, periodista [1].
“Fernando Ulloa ha marcado la cumbre del psicoanálisis argentino. Él mantuvo durante toda su vida una compaginación, excepcional, donde el psicoanálisis tuvo su lugar en lo individual, en las instituciones, en las grandes asambleas, en los grupos de trabajo. El más conocido de estos últimos fue Les Luthiers, a cuya coherencia contribuyó mucho el trabajo de Fernando; pero hubo muchos equipos de profesionales, médicos, abogados, ingenieros que se acercaron a él para examinar su propio funcionamiento. Pensando en un psicoanalista argentino de su nivel, desde luego podemos nombrar a Enrique Pichón Rivière, pero creo que, a lo largo del tiempo, Ulloa llegó a un mayor desarrollo práctico de sus ideas. Así sucedió en su trabajo en derechos humanos, con las Madres y las Abuelas”. Eduardo “Tato” Pavlovsky, médico psicoanalista, psicodramatista y autor teatral [2].
“Ninguna muerte se puede sumar a otra, pero en nuestro ambiente psicoanalítico en poco tiempo vivimos el deceso de Mauricio Goldemberg, Emilio Rodrigué, Armando Bauleo. Una noticia no dejó tiempo al duelo para que otra noticia vuelva a entristecer nuestra mirada. Y ahora le tocó el turno a nuestro queridísimo Fernando Ulloa. No hay rachas de muertes por más que parezca una maldita infección que no nos deja tiempo para duelar a uno y encontrarnos con el próximo. Lo que ocurre es que está muriendo una generación. Estaría tentado en decir la generación de nuestros padres, pero no lo siento así. No es así al menos para mí. Aún no. Es una generación que ha marcado a nuestros padres y a nosotros, un poco más jóvenes que tuvimos al menemismo como contexto “propiciatorio” de nuestra formación y al Proceso de Reorganización Nacional como tiempo de nuestra niñez”. Martín Smud, psicoanalista [3].
Ulloa ha escrito en su recorrido solo un libro “La novela clínica psicoanalítica. Historial de una práctica”. Su mayor producción se ha dado en escritos presentados en seminarios, jornadas, conferencias, incluso en su propia práctica como analista institucional. En relación a la transmisión de sus experiencias y la posible “mostración” de los fundamentos conceptuales, métodos y técnicas que conducen su quehacer, Ulloa plantea: “…Las conceptualizaciones de la práctica cotidiana, la atención ética como eje capacitador, tampoco ajena a la preocupación política que acompaña la actividad de todo aquel que asume su interés por la comunidad, favorecen y hasta determinan una suerte de edición hablada y práctica, a la postre responsable de cierta “fatiga” para la edición en libro. Esta situación facilita la producción de artículos de circunstancia, preparados para mesas redondas, congresos, seminarios, fichas universitarias, etc., todo lo que acrecienta aún más el sabor de lo repetido. No se me escapa que este texto pretenda salvar el obstáculo del que hablo recreando la ilusión de un sendero distinto…” [4]
Su relación con las instituciones psicoanalíticas
Ulloa apuesta a la reflexión crítica permanente, sobre todo en torno de su propia praxis como analista institucional y como psicoanalista. Esta posición lúcida frente a lo que se presenta como más instituido lo ha llevado, tanto a nivel teórico-clínico como a nivel político, a romper con lo que él denomina “ianos”, dogmatismos teóricos, así como también con las instituciones que intenten instalar sentidos únicos y coagulados, estaqueando de este modo la posibilidad de transformación. Es así como, por ejemplo, en 1970 protagoniza la ruptura con la institución psicoanalítica oficial, cuestión que marcó definitivamente su práctica ulterior. En alguna medida no ha dejado de ocuparse de dichas instituciones, pero nunca ha vuelto a integrar una de ellas, salvo en situaciones que mantienen un mínimo carácter instituido y un alto grado instrumental. Intenta sostenerse psicoanalista de modo “pertinente”. Apuesta a un “estar psicoanalista” y no a un “ser” como identidad.
Ulloa plantea: “Siempre me ha parecido opuesta a los procederes críticos y autocríticos asumirse “militante” de alguna posición psicoanalítica, defendiendo una pertenencia escolástica, en general sujeta a jefaturas transferenciales. Esto sin dejar de reconocer que un psicoanalista, más aún si está comprometido en una práctica social, es una persona no neutralizada en su condición política, como un aspecto constitutivo de su subjetividad” [5].
Acerca de Novela Clínica Psicoanalítica.Historial de una práctica
Este libro comenzó como una mirada psicoanalítica a la numerosidad social y, finalmente, terminó siendo la expresión de un estilo crítico forjado a través de diversas experiencias sociales, personales y del oficio.
El autor, de este modo, presenta el humor conjetural y la narración clínica como herederos de la novela familiar neurótica con que el niño ensaya su subjetividad, siendo indispensable el propio análisis -así como la teorización metapsicológica hecha aforismo o escritura- para oficiar la práctica en campos sociales donde se es convocado (o tolerado) pero no demandado en funciones interpretativas: la tragedia se supera así en drama, y la mortificación en cultura contemporánea.
|