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Título: Figura en movimiento (1978) de Francis Bacon. Imagen obtenida de: http://sitiosenelcorazon.blogspot.com.ar/2013/03/bruce-lee-sobre-el-movimiento.html
Malcolm de Chazal
“El gran cuerpo espiritual”
Por Héctor Freire
hectorfreire@elpsicoanalítico.com.ar

El universo es el hombre abierto en abanico.
M.D.CH.






El ingeniero Malcolm de Chazal (1902-1981)  es un poeta casi desconocido en nuestro país, aunque su nombre fuera propuesto al Premio Nobel de Literatura, mientras aún vivía. Reconocido y admirado por artistas tan distintos como: Francis Ponge, Geoges Duhamel, Jean Paulhan y Mircea Eliade, es junto al novelista Loys Masson y el poeta Edward Hart uno de los poetas más importantes y representativos de la isla africana de Mauricio.

Comenta José Manuel de Rivas en el prólogo a su traducción de la selección de la obra de Chazal, Historia del Dodo, publicada por la Editorial Vuelta de México en 1994:

“Chazal envía ejemplares de su libro a Francia. Un día, Jean Dubuffet lo hojea en casa de Francis Ponge y, sorprendido, se lo lleva a Jean Paulhan, quien tiempo después escribirá: “no todos los días sucede encontrar a un escritor genial completamente desconocido”. Es el propio Paulhan quien decide editar Sens-plastique en Gallimard con un prólogo suyo. Aun antes de que aparezca la edición francesa, el libro comienza a tener éxito. Para presentar al recién descubierto escritor, George Bataille publica en Critique, comentada también por Jean Paulhan, una carta de Chazal. George Braque le escribe a este último: “comulgo con usted a través de los mares”. Y Francis Ponge: “No seré el único en esperar desde ahora con impaciencia todo lo que venga de usted. Todos aquellos a quienes les muestro su libro lo consideran (también ellos) como un acontecimiento sensacional en nuestra literatura, en la que viene a caer como una especie de aerolito””.

El libro de Chazal también despierta la admiración y el entusiasmo del “Papa” del surrealismo, André Bretón, quien escribe: “no he leído nada tan fuerte desde Lautréamont y no dudo en ver el más grande acontecimiento de nuestros días en la publicación de la obra de Malcolm de Chazal.”

Narrador, poeta y ensayista, Chazal –básicamente un constructor de aforismos- comenzó su extraña y deslumbrante carrera de escritor en 1945, cuando ya había publicado varios volúmenes de Pensamientos y algunos libros de economía política. En una límpida tarde, una experiencia mágica y milagrosa (que comienza a serlo cuando surge de una alteración inesperada de la realidad, de una inhabitual iluminación o de una privilegiada e intensa revelación) lo marcó para siempre. Según Rivas, estando en el Jardín Botánico de Curepipe, a los 42 años de edad Chazal, advierte que una flor de azalea lo está mirando. Y se convierte en flor sin dejar de ser él mismo. A partir de entonces, cuando mira a su alrededor el agua tiene brazos, la luz pechos, ojos el fuego y voluntad el viento. Las estrellas son un ramillete de miradas. Un surtidor es la forma visible de una concepción del espacio, el movimiento de una mujer que dibuja una idea metafísica del tiempo.

En este sentido, los poemas de Chazal son impresiones lumínicas, prosas breves y aforismos: destellos repentinos, epifanías que podríamos ubicar entre las greguerías (metáfora + humor) de Gómez de la Serna, las iluminaciones de Blake o las visiones de Swedenborg. Para quienes, las facultades sensoriales poseen una importancia capital. Y donde escribir es correr los límites a través de extrañas percepciones: Yo he hecho del mapa de mi isla, la Geografía Universal del Espíritu, nos dice Chazal, para quién las facultades otorgadas por los sentidos poseen una importancia fundamental. Para el poeta la transfiguración de los sentidos son “las ventanas” por las que, podemos mirar anticipadamente el Paraíso, o lo que Chazal llama el territorio mágico de su isla, el sexto continente: Malcolmland.

La poesía de Chazal es como un gran cuerpo espiritual dentro del mundo material, dotado de ojos interiores que hacen perfectos a los sentidos. El resultado: la visión de un mundo infinitamente más maravilloso, más poético. Sin embargo, este “mundo poético” no es una mera recolección (a la manera surrealista, y que el mismo Chazal se encargó de criticar: el surrealismo tiene tanto que ver con mi obra como un balbuceo inarticulado comparado con un lenguaje claro y sonoro, ordenado y orientado) de pensamientos radiantes, sino un método práctico y habitable. En sus textos conviven dos mundos: uno que puede medirse con regla y compás, y otro que se siente en nuestras intuiciones. En este sentido,  Chazal, a través de sus poemas hace que la vida no sólo sea concebible, sino también deseable. Y es el exceso de las ganas de vivir el que produce su poesía y determina a través de los sentidos, las metamorfosis en la percepción que tiene Chazal de la naturaleza. La flora y la fauna que habitan su poesía, jamás desempeñan un papel decorativo: “La naturaleza es el más bello libro de imágenes, pero nos quedamos, ¡lástima!, en la portada”, leemos en su texto Sentido Plástico. A propósito, este pensamiento poético nos recuerda otro, que tiene mucha afinidad con la obra de Chazal: “La Naturaleza es como un solo Espejo que refleja múltiples imágenes; no, como muchos espejos que reflejan una sola imagen”, del sufí Ibn al-Farsi del siglo XII.

En Chazal  el pensamiento tiende a convertirse en imágenes sensibles, y a lo mismo que en Blake las imágenes poéticas son inseparables de la experiencia vital. El poema no sólo es un objeto lingüístico, sino también un acto. El decir poético es una acción, un hacer. De ahí, que el proceso poético en Chazal, no sea lógico, sino analógico. Y la analogía al decir de Octavio Paz, “es la que vuelve habitable al mundo. A la contingencia natural y al accidente opone la regularidad; a la diferencia y la excepción, la semejanza……La analogía es el reino de la palabra “como”, ese puente verbal que, sin suprimirlas, reconcilia las diferencias y las oposiciones”.
Y en este punto, la poesía de Chazal se toca con la de otro “raro”: René Daumal (autor de El monte análogo), para quien la analogía, también,  es un principio poético. Una estrategia para enfrentar a la alteridad, a la representación simultánea de la sucesión. Y como vuelve a recordarnos Octavio Paz, “la analogía es la operación por medio de la que, gracias al juego de las semejanzas, aceptamos las diferencias. La analogía no suprime las diferencias: las redime, hace tolerable la existencia….Implica, no la unidad del mundo, sino su pluralidad. La analogía es la ciencia de las correspondencias. Sólo que es una ciencia que no vive sino gracias a las diferencias”.

Desde esta perspectiva, los poemas de Chazal descifran el mundo para cifrarlo de nuevo. Su poética consiste en concebir a la poesía como una traducción del universo. Y como dijo el propio Chazal: “El universo es el hombre abierto en abanico”.
  
Historia del Dodo, hasta donde sabemos, es la única traducción al castellano de una parte importante de su obra. La edición de Vuelta (México, 1994) a cargo de José Manuel de Rivas, dividida en tres partes incluye: I– Transfiguración de los sentidos. Sentido plástico-Sentido mágico. II– Recreación de la Isla. La historia del Dodo- La isla Mauricio ideal- Mitos y animaciones. III– Furores proféticos. Carta abierta a Jean-Paul Sartre. Carta abierta a André Gide- Declaración- Envío.

Otros libros de Chazal son: L´échelle de Jacob, Apocalypse du vivant, La vie filtrée. A partir del año 1950, y durante los siguientes veinte años, Malcolm de Chazal dejará de publicar en Francia, hasta que en 1968 se editará Poémes, y ocho años más tarde L´home et la connaisance. Sin embargo durante la década del 50, aparecerán en Port-Louis, la capital de la Isla Mauricio, en ediciones pequeñas y de autor, más de treinta obras que abarcan el género ensayo, el teatro y la poesía. Sin contar, como comenta Rivas, con las que el autor declara haber quemado (diez obras de teatro), entre ellas Guerra en Marte, Moisés, Pitágoras, Napoleón, Los Atlantes, Hermes. Siendo la obra más importante de este período la “desmesurada novela” Petrusmok, un drama cósmico, donde los diálogos se establecen entre distintos seres y la naturaleza, conformando una verdadera recuperación de las cosmogonías más antiguas, y el animismo de ciertas religiones. A partir de 1956, Chazal se dedicará a la pintura, y escribirá cada vez menos. Entre esos textos figura una “guía poético-turística”, que tiene como título L´Île Maurice proto-historique, folklorique et légendaire, que incluye la exótica Historia del Dodo:

 “…El Dodo no ha sido visto en ninguna parte del mundo. El Dodo es un gigantesco pollo-canario-pavo. Los holandeses sorprendieron a los dodos en los estuarios de esta isla que había sido llamada por ellos Mauritius.
El Dodo no tenía instinto de conservación. El ingenuo animal se acercó inocentemente a los holandeses. Para divertirse, los visitantes holandeses destruyeron a los dodos hasta no dejar uno solo. El Dodo es una bestia colombiforme. Es asimilable a la paloma del Arca de un Diluvio anterior al que hizo desaparecer a LA ATLÁNTIDA.
Esta paloma gigante tenía un enorme esternón. Esto significa que poseía alas gigantescas.”

A los setenta y nueve años de edad, el 1º de Octubre de 1981, el extraño poeta  Malcolm de Chazal, muere olvidado en su mágica Isla Mauricio.



Pequeño Chazal ilustrado

Maurice Blanchot, había escrito que un libro aunque sea fragmentario, posee siempre un centro de atracción: “Centro que no es fijo, sino que se desplaza debido a la presión del libro y a las circunstancias de su composición. Tal centro, además, si lo es de verdad, se desplaza permaneciendo igual y haciéndose siempre más central, más secreto, más incierto e imperioso”.

Este Pequeño Chazal Ilustrado, es una compilación, un mosaico de citas y fragmentos, ordenadas luego por los temas o núcleos más significativos. Estos fragmentos han sido tomados de los textos poéticos publicados en Historia del Dodo, por la emblemática Editorial Vuelta de México, traducido y prologado por José Manuel Rivas.


La naturaleza

Es el más bello libro de imágenes, pero nos quedamos, ¡lástima!, en la portada. Para llegar a hojear este super-álbum, habría que poder descortezar a la planta, a la flor y al fruto como quien pela una cebolla, o proceder como ante una orquesta, de la que saboreamos en detalle cada componente sin dejar de conservar la audición plena del conjunto. Así, para apreciar de lleno la belleza de la flor, habría que poder “saborear”, de una en una, las estrías, los listados, las manchas de color, el tono, lo aterciopelado, los jaspeados elásticos, el brillo, las sombras y el dibujo; la carne y el espíritu; los símbolos, el vaso, el decorado; el escenario, las candilejas, las bambalinas; la orquestación de los colores y el acoplamiento de las formas; la arquitectura y el cuadro. Pero para llegar a mondar la flor, como una cebolla que pelamos, ¿no sería necesario, al menos, que el hombre haya sabido, de antemano, crearse planos en la mirada?


La flor

Toda flor es como la Gioconda: su mirada nos sigue a cualquier lugar desde donde la veamos.
Las flores tienen miradas de niño y boca de viejo: inocencia y sabiduría reunida, polos de la vida que se tocan, círculo completo de lo divino.
Flores malvas: crepúsculo en el sol. Flores púrpuras: es de noche en la luz.
La flor es, en la planta, una nariz perfumada. Las flores, en grupo, se huelen tanto unas a otras, que le restan a la suma perfumada del ramo.
Todas las flores llevan vestido largo, salvo las silvestres, que lo usan hasta las rodillas, para corretear mejor por los prados.
Las rosas de un mismo rosal son hermanas en la mata y primas hermanas en el jarrón, pues en éste, un poco de su alma común ha pasado al vaso, alejando su parentesco.
Las flores azules tienen miradas peso pluma, y las flores rojas miradas peso completo. Cuando las flores boxean entre ellas en la luz, las rojas siempre ganan. Pero con el florete no hay como las amarillas; y con el sable, las blancas.


El gato

Se ronronea a sí mismo para adormecerse.
El gato es el único ser viviente que arrulla él mismo su sueño.


La abeja

Que alivia a la flor de su jugo vuelve más suave su perfume.
Mujer que amamanta purifica su aliento.
La abeja “busca” a la flor. La flor llama a la abeja con su perfume. No hay sensaciones de sentido único en ningún lugar de la vida.


La ostra

No ve la perla que lleva dentro. Si sospechara  que está allí, sentiría miedo: nadie ve el color de su esqueleto. Si el hombre sospechara la inmensidad de las cosas que Dios ha puesto en él, la emoción lo haría caer inmediatamente en catalepsia. Más vale a los débiles de corazón ignorar sus posibilidades. ¡Cuántos genios murieron precozmente por haber constatado la inmensidad del desfase entre sus dones y su obra!
La perla parece “gotear” incesantemente en la cadena de oro que  la retiene. Las perlas son las estalactitas del sol.
La memoria del agua y la memoria de la luz se cruzan y confunden en la perla. Ante la perla, el ojo ya no sabe si está en el agua o si nada en plena luz.


La mosca

Es una golondrina que adopta los gestos de la mariposa para huir y que cuando está en perfecta calma y tranquilidad vuela como libélula; para posarse creará un mundo de gestos con sus alas desplegadas, como haría una araña si supiera volar.  La mosca, para caminar, tiene al mismo tiempo gestos de cuadrúpedo, bimano, bípedo y cuadrumano. La mosca retrocede como un cangrejo y se arrastra con gestos de serpiente cuando su vientre está lleno o el calor la debilita. La mosca pertenece a todas las especies animales, salvo a la de los peces: pues la mosca en el agua nada como un humano.
La mosca es un “puente rodante” entre las especies animales, desde la tierra hasta el cielo. La mosca es el animal – gesto de todos los gestos-. De ahí  sus piruetas infinitas en el aire, y su andar en todos los sentidos por el suelo que le da un caminar indefinido, como si toda la animalidad caminara en ella. La mosca es la mayor de las encrucijadas naturales.


El yo

Es el más profundo de los escondrijos. Los demás no nos descubren más que convirtiéndose en “nosotros”, gesto que los sitúa a miríadas de leguas de ellos mismos, dimensión psíquica junto a la cual los ilimitados espacios del cielo inmenso son cosa de niños.


El agua

Obedece ciegamente al lecho y las orillas del arroyo. Si viene una crecida, el impulso adquirido será tal, que el agua desobedecerá a sus primeros amos y forzará el terreno para hacerse otro lecho y otras orillas. El agua es la masa borreguil de los hombres: el pueblo. Las orillas son las elites, y el lecho del arroyo es el Estado. Las revoluciones cambian la estructura de los Estados y la de las elites, periodos durante los cuales el pueblo cree haberse liberado de todas sus cadenas. Pero cuando baja el torrente revolucionario la masa pronto se dará cuenta de que mientras las elites cambian y la vida progresa, el pueblo, por su parte, sigue siendo el eterno sometido, y no hace sino cambiar de silla y de arreos.
Llueve. El agua toca el clavecín en el estanque, mientras los mil dedos del viento pasan una y otra vez sobre las cuerdas elásticas del agua que cae, como manos eólicas sobre las cuerdas sonoras de un arpa.
El agua refleja, en movimiento y bajo los diversos juegos de la luz, todos los brillos metálicos conocidos y por descubrir, en una gama de formas infinita. El agua es orfebre, pero un orfebre que “orfebra” desde adentro. El agua habla con la boca llena y el aire con la boca vacía. Razón por la cual comprendemos mejor el lenguaje del viento que el del arroyo.


El rojo

Está eternamente encinto del sol, aborta en el rosa, da a luz al amarillo en el anaranjado y pare gemelos azul y malva en el granate.
Como un imán, el rojo atrae a los colores que lo rodean, y desplaza las formas. Un vestido rojo se adapta mal a otros colores; si lo juntamos con ellos les dará un aire de cojera. Rosas rojas colocadas de un solo lado del ramo lo harán volcarse.
El rojo tiene las más largas piernas y los brazos más cortos. El rojo es el más veloz mensajero instantáneo. Las fronteras del rojo son las más imprecisas. Banderas rojas en el viento emiten hilachas incandescentes. Harapos rojos “añaden” harapos.
El malva nos da frío en los ojos y calor en la espalda.
El rojo nos da calor en los ojos y en la espalda frío. Si te resfrías con facilidad, evita el rojo; pero si ya te enfermaste, busca el malva. 
Rojo. Llamarada circular; luz en aros; anillo de compromiso a perpetuidad en el dedo del sol.


El azul

Es el summum de la limpieza. Tras una larga contemplación de un cielo azul, nuestros ojos están lavados y cepillados. Después de bañarse, el hombre tiene miradas azules.


El cuerpo humano

Las caderas son un condominio gobernado por el torso y las piernas pero que, de cualquier forma, sigue siendo anárquico. Las caderas son como la mujer: gobernada en la superficie, reina en la profundidad.
Las caderas y los senos están ligados entre sí en las  mujeres. Las mujeres hacen gestos  con los senos  y con las caderas. Movimientos plenos de las caderas: gestos completos de los senos. Caderas indecisas; los senos tartamudean. Torpeza de las caderas: gestos vagos del busto. Revolución en las caderas: los senos ametrallan el espacio.
El oído tiene el gabinete de la oreja; los ojos tienen el salón de la córnea y el olfato el largo hall de la nariz.
El ojo es el más pequeño de los muebles. Reposo: cada quien está sentado en su ojo, como en un diván. Para despertar el interés de alguien, sentimos a veces como una necesidad de arrancarlo de su ojo, como levantamos a alguien de su sillón jalándolo de los brazos.
La boca  es el “ancla” de la cara. Labios “inexistentes”: rostro flotante. El seno es una manzana en una pera donde apunta una pasa. El seno es la fusión suprema: todas las frutas en una.
Los senos son un diminutivo de la cadera; la boca es un sexo en voz baja; los brazos son muslos más pequeños; la entrepierna es una axila más grande;  y así indefinidamente en el cuerpo humano. El cuerpo humano es una sucesión infinita de sandwiches carnales, visto desde una infinidad de ángulos.


El sol y la luna

El sol es el más perfecto de los sastres, pero la luna es mejor zapatero porque su luz es más pesada que la del sol y llega más a ras del suelo que los rayos solares, vistiendo los dedos de los pies y el talón de las plantas a los que el sol, por su parte, deja desnudos.
El blanco del ojo en la penumbra es el más hermoso claro de luna.
El halo de la luna es el anillo nupcial del Día y la Noche.


La muerte

Es una electrocución por una descarga vital, pero la descarga viene del más allá. Pues el “voltaje” de este mundo es demasiado bajo como para matar.
Si ponemos a la humanidad en fila, como una batería en serie, no sacaremos la millonésima parte de la fuerza electropsíquica del más “flaco” de todos los ángeles del Paraíso.


La voluptuosidad

Mediante la voluptuosidad, el hombre se descrea, regresa al Útero de la Naturaleza Universal. La voluptuosidad es una involución hacia el infinito. Es la muerte al revés y el nacimiento a contrapelo, donde el tiempo y el espacio son abolidos. Lo cual nos hace preguntarnos si la voluptuosidad no será por ventura el primer escalón del más allá y el substrato del mundo espiritual.


 
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