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Sexos y géneros incongruentes: la diversidad como patología en el DSM
Por María Luján Bargas
mlbargas@elpsicoanalitico.com.ar
 

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM) de la Asociación Psiquiátrica de los Estados Unidos (American Psychiatric Association) desde sus comienzos a mediados del siglo XX, viene abordando los problemas de género [1] desde una posición que entiende que una divergencia entre el sexo físico (características anatómicas y fisiológicas que permiten introducir la categoría de macho y hembra) y el género que la persona experimenta/manifiesta supone un trastorno psiquiátrico. De esta manera, el DSM maneja una concepción binaria y dicotómica del sexo/género, concibiendo como posibles sólo dos sexos biológicos, macho y hembra, a los que les corresponden únicamente dos géneros, varón y mujer respectivamente. Por consiguiente, lo normal se define como la absoluta correspondencia entre el sexo biológico y la identidad/rol de género asociada a éste, mientras que lo patológico irrumpe cuando esta correlación no se cumple. Siguiendo este razonamiento, la versión hasta ahora vigente del manual (DSM-IV) entiende que se está en presencia de un “Trastorno de Identidad de Género” (Gender Identity Disorder) cuando tienen lugar al menos estos dos criterios principales

A. Una fuerte y persistente identificación con el sexo opuesto. En adolescentes y adultos, el malestar se manifiesta a través de síntomas tales como un deseo manifiesto de ser del otro sexo, hacerse pasar frecuentemente como del otro sexo, deseo de vivir o ser tratado como del otro sexo, o la convicción de que tiene los sentimientos y reacciones típicas del otro sexo.
B. Incomodidad persistente con el sexo que le fue asignado o sensación de que está viviendo en el rol de género inapropiado. En adolescentes y adultos, el malestar se manifiesta a través de síntomas tales como la preocupación por deshacerse de las características sexuales primarias y secundarias (por ejemplo, pedido de hormonas, cirugía u otro procedimiento que altere físicamente las características sexuales o simule el otro sexo) o la creencia que ha nacido con el sexo equivocado.

Recientemente se ha hecho pública una primera versión de la quinta edición del DSM (su versión definitiva está prevista para el 2013) que introduce una serie de propuestas y cambios con respecto al DSM-IV. Uno de ellos es que ya no se habla de “Trastorno de la Identidad de Género” (TIG) sino de “Incongruencia de Género” (GI). Este cambio responde a que el “trastorno” ahora se concibe como un desajuste psicológico derivado de la incongruencia entre el género asignado a la persona en el momento del nacimiento y la identidad de género que la persona siente y manifiesta. De esta manera, ya no se habla de “sexo” como en el DSM-IV sino de “género asignado”. Este cambio en la terminología que propone el DSM-V se presenta como respuesta al reclamo de muchas personas transexuales y transgénero [2] que rechazan el término “trastorno de identidad de género” porque consideran que contribuye a la estigmatización de su condición y demandan su eliminación de manuales internacionales de diagnóstico.
Asimismo, este primer borrador considera necesario desarrollar nuevos criterios de diagnóstico que puedan dar cuenta del espectro completo de fenómenos de variación se género [3]. En este sentido, la formulación de la “Incongruencia de Género” busca reconocer la amplia variedad de condiciones y evitar las dicotomías masculino/femenino presentes en la versión anterior, poniendo el foco en la discrepancia entre género experimentado/expresado (entendido como masculino, femenino, un intermedio o cualquier otro) y el género asignado (en las mayorías de las sociedades masculino o femenino). Sin embargo, su empresa no es del todo satisfactoria. En los criterios que esta nueva versión propone para diagnosticar la IG en la niñez se menciona “un fuerte deseo de ser del otro género o insistencia que es del otro género”, concibiendo en este caso la posibilidad de dos géneros únicamente. Asimismo, en los criterios para la IG en adolescentes o adultos se indica “un fuerte deseo por características sexuales primarias y/o secundarias del otro género”, lo que pone de manifiesto que se sigue manejando una concepción dicotómica del sexo/género, de manera que se concibe que existen sólo dos géneros a los que les corresponden características sexuales distintas y bien definidas. Es recién en el momento en que los criterios de diagnóstico de la IG abordan el plano subjetivo, cuando el espectro del género comienza a abrirse. Al referirse al deseo o a la convicción que tiene una persona con respecto al género que experimenta, se introduce la posibilidad de que ésta desee ser o sienta que es de un género alternativo, no convencional: “un fuerte deseo de ser del otro género (o de algún género alternativo diferente al género asignado)”, “un fuerte deseo de ser tratado como del otro género (o de algún género alternativo diferente al género asignado)” y “una fuerte convicción de que uno tiene los sentimientos y reacciones típicas del otro género (o de algún otro género alternativo diferente del género asignado)”. Como se vio anteriormente, esta posibilidad no se tiene en cuenta en el diagnóstico de IG en niños/as.
Es importante mencionar también que los estereotipos tradicionales de género siguen constituyendo el marco dentro del cual se define a la mujer y al varón psicológicamente saludables, tanto en la primera versión del DSM-V como en las versiones anteriores de este manual. Los estereotipos tradicionales de género suponen características, cualidades, capacidades y pautas de comportamiento social, y en base a ellos se construyen las expectativas y roles adecuados para varones y mujeres. Un mero ejemplo del funcionamiento de estos estereotipos en la formulación de criterios para el diagnóstico de trastornos de género, lo constituye la mención en el DSM-V de los siguientes indicadores para diagnosticar IG en la niñez: en niños una fuerte preferencia por travestirse o simular atuendo femenino, un fuerte rechazo de actividades, juguetes, juegos de lucha y otros juegos típicos de varones; en las niñas una fuerte preferencia por utilizar sólo vestimenta masculina, una fuerte resistencia a usar vestimenta femenina y un fuerte rechazo hacia los juegos, juguetes y actividades típicamente femeninos.

Reflexiones finales

Si bien el primer borrador del DSM-V introduce cambios significativos con respecto a las versiones anteriores, no se puede pasar por alto que se sigue considerando a la transexualidad y a otras variantes transgénero como patologías que necesitan de un tratamiento psiquiátrico.
La intención de abrir el espectro de variantes de género no responde a un deseo de despatologizar sino que por el contrario, busca incluir bajo la etiqueta de “Incongruencia de Género” a una amplia variedad de condiciones con el fin de que el diagnóstico y el tratamiento sean acertados y se ajusten adecuadamente a las características de las mismas. [4]
Personas y asociaciones transexuales y transgénero reclaman que se elimine a la transexualidad como trastorno mental. Este reclamo se enmarca en una concepción que lejos de aplicar la lógica binaria con respecto al sexo y al género, entiende que no existen papeles sexuales, identidades y roles de género que sean esenciales, que estén biológicamente determinados, sino que por el contrario, son el resultado de una construcción social y que por ello mismo, pueden ser subvertidos, alterados y transformados.
Sin embargo, detrás de este reclamo por la despatologización subyace el temor de que si se deja de considerar a la transexualidad como un trastorno psiquiátrico, los seguros médicos se nieguen a cubrir el tratamiento psicológico, hormonal y quirúrgico que se requiere en casos de reasignación sexual. Frente a esta situación, estos colectivos sexuales demandan tener un libre acceso a los tratamientos hormonales y cirugías sin necesidad de la tutela psiquiátrica.

 
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Notas
 
[1] Para una introducción a la problemática sexo/género véase el artículo “De que se habla cuándo se habla de género”.
[2] Por transgénero se entiende la inmensa diversidad de identidades de género y la compleja y variada gama de posibilidades de combinación de la identidad y el rol de género, la orientación erótica, el sexo biológico y los estilos de vida asociados a esa diversidad. La existencia de colectivos tales como gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales y queers, están dando cuenta de esta complejidad genérica y sexual (Useche Aldana 2005:89).
[3] Sobre este tema véase Cohen-Kettenis y Pfäfflin (2009).
[4] Ciertas personas manifiestan pertenecer a un tercer género o bien a un género que no es masculino ni femenino, y quizás no buscan la modificación completa de sus genitales sino cambiar ciertas características sexuales, de modo que en sus cuerpos se combinen aspectos físicos considerados masculinos y femeninos. Un ejemplo de esto lo constituyen algunas personas nacidas como mujeres que buscan tratamiento hormonal para trasformar su clítoris en un micropene, pero al mismo tiempo quieren mantener su vagina para el contacto sexual (Cohen-Kettenis y Pfäfflin, 2009).
 
Bibliografía y fuentes consultadas
 
Cohen-Kettenis, P. y Pfäfflin, F. “The DSM Diagnostic Criteria for Gender Identity Disorder in Adolescents and Adults”. Archives of Sexual Behavior. Vol. 39, número 2, pp. 499-513, 2009. Disponible en: http://www.dsm5.org/Documents/Sex%20and%20GID%20Lit%20Reviews/GID/COHEN-KETTENIS.DSM.pdf
Meyer-Bahlburg, H. “From Mental Disorder to Iatrogenic Hypogonadism: Dilemmas in Conceptualizing Gender Identity Variants as Psychiatric Conditions”.
Archives of Sexual Behavior, Vol. 39, número 2, pp.461-476, 2009. Disponible en: http://www.dsm5.org/Documents/Sex%20and%20GID%20Lit%20Reviews/GID/MEYER-BAHLBURG.DSM.pdf
Useche Aldana, Bernardo, “Medicalización, erotismo y diversidad sexual: una crítica sexológica al DSM-IV-TR (II parte)”.
Sexología Integral, 2 (2), pp.87-95, 2005. Disponible en: http://sasharg.com.ar/descargas/Useche_II.pdf
www.dsm5.org American Psychiatric Association (APA) DSM-5 Development.
“Transexualidad y patologización, la posición de la APA en el borrador del DSM-V”. Diario online AGMagazine.info. Disponible en:
http://www.agmagazine.info/2010/02/12/transexualidad-y-patologizacion-la-posicion-de-la-apa-en-el-borrador-del-dsm-v/
“Campaña Trans”. Artemisa Noticias. Disponible en: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=33&idnota=6741
 
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