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La tarea pericial con niños en casos de maltrato o abuso
Tercera parte: La pericia propiamente dicha
Por Lic. María Cristina Oleaga
[email protected]
Lic. María Cristina Rebollo Paz
[email protected]
 
 

Retomamos aquí algunas de las ideas que expusimos en la Segunda Jornada sobre “Técnicas diagnósticas y el complejo problema del abuso y maltrato de menores”, que tuvo lugar en el Centro de Psicodiagnóstico Psicoanalítico, el 12 de noviembre de 2005.
Dividiremos el trabajo en tres partes: 1) Las definiciones, sus obstáculos; 2) El Psicoanálisis, la dignidad del sujeto y 3) La pericia propiamente dicha

El encuentro con el niño

De entrada, lo importante es, con el niño, abrir posibilidades de establecer un buen lazo transferencial, que el niño se sienta contenido, escuchado y respetado en su particularidad. Estas condiciones forman parte del setting necesario.

En caso que el niño se niegue a entrar solo a la entrevista, es aconsejable permitir la presencia de algún adulto significativo, con el que se acuerda, previamente, su modo de conducta. Les pedimos en todo caso, que su intervención se limite a contener al niño y que se abstengan de sugerir en ninguna dirección.

También será productivo grabar y/o filmar las entrevistas, de modo de tenerlas a disposición de la autoridad que así lo requiera, así como para nuestro uso durante el análisis posterior del material. En todos los casos, pediremos el consentimiento tanto del niño como de sus padres.

Además, en el caso de la pericia, hay requisitos admitidos por una especie de protocolo consensuado, que tenemos que cumplir en la apertura de la primera entrevista. En verdad, nosotros sabemos que la verificación que nos interesa se dará a lo largo de toda la pericia pero abrimos de acuerdo con este consenso para acreditar nuestras conclusiones frente al Otro de la justicia.


La competencia del niño para declarar

Según estos protocolos, se impone constatar, y dejar constancia de ello, la competencia del niño para declarar. En este sentido, es útil abrir con preguntas acerca de la cotidianeidad del niño, sobre qué hizo antes de llegar al consultorio, por ejemplo, o de dónde viene o con quién. Además de verificar la pertinencia de las respuestas, este tipo de apertura favorece la comunicación con el niño en temas que no lo angustian. Se puede, también, pedir al niño que relate alguna experiencia pasada, su último cumpleaños, por ejemplo, o algún paseo, con el fin de testear su memoria, su posibilidad de organizar un relato, su disposición a colaborar, etc.

Asimismo, es aconsejable preguntar al niño si conoce la diferencia entre verdad y mentira y probar su credibilidad, o sea su capacidad para diferenciar verdadero de falso, con preguntas en las que se pueda poner en evidencia ese dato. Por ejemplo, pedirle que nos diga si es cierto que tiene hermanos, o –también – afirmar algo que sabemos que no es así y preguntarle si nuestra afirmación es cierta o falsa.

Asimismo, es necesario verificar que el menor distingue fantasía de realidad, para lo cual debemos apelar a toda su actividad lúdica así como al resultado de algunas de las técnicas que aplicaremos.

Para introducir la cuestión que lo convoca a la entrevista, es necesario preguntar al niño si sabe para qué está allí. Es importante haber pedido con anterioridad a los adultos intervinientes que informen al niño del por qué de la consulta. Sobre ese fondo, registramos su respuesta y, si no es capaz de darla, debemos repetir a sus padres la consigna de volver a informar. El punto importante es que el niño escuche y registre que está para que podamos ayudarlo a llevar adelante su testimonio y que pueda, según su edad, comprender la importancia de su acto.

Sobre el fondo de esta consigna, le diremos entonces que, si algo le ha sucedido, puede relatarlo de la forma que prefiera, hablando, jugando, dibujando, etc. También le avisaremos que puede, si lo prefiere, no responder, interrumpir la entrevista cuando así lo desee; que si no entiende alguna pregunta puede hacerlo saber, que si volvemos a preguntarle algo no es porque su primera respuesta haya sido incorrecta sino porque no la hemos entendido bien. Todas estas afirmaciones hay que hacerlas en lenguaje comprensible para el niño y también avisarle que puede preguntar lo que quiera, si no ha comprendido algo, etc.

Es preferible, luego, si el niño es pequeño, o si se muestra reticente a hablar, ofrecer al niño los materiales que hemos dispuesto para él y abrir una entrevista libre. Una vez enunciada la consigna, escucharemos y analizaremos sus juegos, sus declaraciones y todo su comportamiento en la entrevista como parte de la declaración que le hemos ofrecido hacer. Su despliegue en la entrevista es la respuesta a nuestro pedido de que dé testimonio.

Si el niño hace un relato, podemos intervenir con preguntas no sugestivas, como sería por ejemplo: ‘¿Te tocaron?’, sino más bien de tipo abierto: ‘¿Alguien te hizo algo que no te gustó?’, ‘Te pasó algo?’ De todos modos, si hubiese de entrada un relato acerca de los hechos denunciados, el proceso psicodiagnóstico deberá servir para validar todo lo dicho.

Si el niño, por su edad y/o por su modalidad, está más dispuesto a hablar que a jugar o a dibujar, se instrumentará una entrevista semidirigida en la que pueda vertir su relato. Las técnicas proyectivas, que tomaremos en todos los casos, validarán su relato, al ofrecer indicadores que lo refrenden o nos servirán para determinar si miente, si fabula o si el relato proviene de un grave trastorno psíquico independiente del hecho.


Instrumentos diagnósticos. Técnicas auxiliares. Los cuestionarios para padres y para niños

Nuestros instrumentos diagnósticos serán: la hora de juego, la producción gráfica y las técnicas. Para la hora de juego dispondremos de la caja tradicional de trabajo terapéutico, animales domésticos y salvajes, personas, héroes o personajes de ficción, personajes de lucha tales como soldados o indios, muñecos que simbolicen una familia, figuras adultas de ambos sexos vestidos, bebés sexuados si fuera posible, ladrillos o encastres para armar, rompecabezas, material de seriación, hojas, lápices, marcadores, pegamento, elementos domésticos, juego de doctor y de policía. La particularidad del caso deberá guiarnos para completar esta lista.

También incluimos material de arte, títeres de animales o de personajes de cuentos, buenos y malos. Los dibujos y las narraciones escritas pueden ser muy útiles, tanto las que el niño hace en la entrevista como las que hace fuera de ese espacio.

El dibujo libre es la técnica gráfica por excelencia, dado que el niño deberá escoger entre las fantasías de su repertorio qué nos ofrecerá. Si el niño habla espontáneamente durante su ejecución, nos permitirá intervenir con preguntas de ampliación acerca del sentido de lo que quiere expresar, procurando en todo momento no obturar con los interrogantes, sino por el contrario, dejar que sea él quien nos guíe en el camino de la significación. Si no habla, esperaremos un tiempo prudencial, y lo interrogaremos yendo de lo más abarcativo a lo particular, siempre evitando sugerir o anticipar nada.

Según las circunstancias del caso, se podrá incluir –como técnicas auxiliares- el test de Bender, Familia Kinética, Familia Prospectiva, HTP y Persona Bajo la Lluvia, procediendo en los cuatro últimos del mismo modo que con el dibujo libre.

En cuanto a las demás técnicas proyectivas, privilegiamos el Rorschach y el CAT A o (H); el Cuestionario Desiderativo también constituye una herramienta útil. Aunque el test de Rorschach no ha sido suficientemente estudiado en relación a niños muy pequeños, existe una normativa acerca de la actuación posible de los preescolares, por lo que resulta valioso para descartar trastornos estructurales de la personalidad. Recordemos que el Rorschach es una técnica muy respetada en todos los medios, particularmente en las instancias judiciales civiles y penales, y de este modo puede servirnos para poner punto final a una posible discusión acerca de si el niño en cuestión padece de un trastorno psicótico por el cual hubiera podido fabular alguna situación de abuso o maltrato, incriminando a un “inocente”.

Los distintos autores coinciden en que no se han encontrado indicadores específicos de abuso sexual infantil en el Rorschach. Sin embargo, nos pareció interesante destacar que la presencia de respuestas m podrían estar relacionadas con una situación abusiva. Según Alcock (1963), las respuestas m en niños son mucho menos frecuentes que en adultos, pero les concede el mismo significado de un poder más allá del propio control, asociado con temores que surgen durante el período de impotencia o desamparo infantil. A su vez Williams (1968) coincide en su poca frecuencia además de tomarlas como indicativas de angustia a raíz de algún conflicto profundo que el niño está tratando de reprimir sin éxito. Según Exner, podrían también referirse a una amenaza externa.

Obviamente, iremos adaptando la selección y la administración de todas las técnicas a la evolución del niño, a sus tiempos, a sus intereses, a su malestar o evitación de determinados disparadores, a la emergencia de la angustia. Creemos que el aferramiento a un orden preestablecido constituye una verdadera barrera que nos imposibilitará la obtención del material buscado.

Con respecto a la determinación de la capacidad intelectual, de la memoria y de la discriminación entre realidad y fantasía, requerida para poder afirmar si el niño está en condiciones o no de producir un relato acorde con ‘la realidad’ según su edad cronológica, se podrán ofrecer rompecabezas, seriaciones y demás material de diagnóstico psicopedagógico. Esto lo haremos si es necesario presentar “pruebas” más “contundentes” a los ojos de observadores legos en la materia, como podrían ser abogados, fiscales o jueces. Para nosotros, es evidente que estas cuestiones se desprenden de todas las técnicas gráficas y verbales, del juego y de la conducta del niño en general.

Si ha existido abuso, puede ser que en las técnicas aparezcan indicadores de ansiedad, disociación, inhibición, represión, negación, irritabilidad, depresión y/o angustia, los que, evidentemente, pueden acompañar a cualquier otro estado emocional. Si no ha existido, también podrán aparecer o no. Por lo tanto, las conclusiones a las que arribaremos mediante la lectura clínica en zig-zag, podrán ser refrendadas o no por los indicadores obtenidos, pero nunca podrán ser contradictorias.

En nuestro medio, tres autoras -Carolina Beigbeder de Agosta, Rosa Inés Colombo y Zulema Barilari- se han esforzado en aislar indicadores de abuso y/o maltrato infantil mediante el estudio de casos comparativos en el test de Persona Bajo la Lluvia. Estos son: dimensión pequeña; borrado; lluvia sectorizada; ausencia de piso; ojos vacíos; ausencia de detalles; figura infantil o incompleta; rigidez corporal y en el trazo; ausencia de manos; ausencia de paraguas; uso del doble; ausencia de entorno; cabeza grande o deteriorada. Los ítems son más o menos significativos según el grupo etario.

Ellas han elaborado también un inventario de frases a responder por niños de 7 a 16 años. Consiste en una serie de frases que describen estados de ánimo, conductas habituales, gustos, etc., a las que los niños deben responder por sí o por no. Son 46 indicadores y 10 frases distractoras. Según sus estudios estadísticos, este inventario podría ofrecernos una prueba “objetiva” de una sospecha fundada de abuso o maltrato: con una coincidencia mayor al 50% se podría indagar acerca de la posibilidad de que el niño esté atravesando una situación de maltrato o abuso. Este inventario es el único que debe ser respondido por los niños mismos, por lo que tiene un valor diferente frente a los cuestionarios respondidos por adultos. Además, las frases reflejan el sentir de los niños maltratados o abusados de una manera que ellos mismos no podrían expresar, cumpliendo de este modo una función elaborativa mediante el poner palabras a su sufrimiento.

En cuanto a los muñecos anatómicos, hay opiniones encontradas en la comunidad científica respecto de su uso. [1] Desde los que se oponen terminantemente a su introducción, pues consideran que es un material sugestivo, que puede provocar respuestas sexualizadas en niños no abusados hasta los que indican la conveniencia de su uso porque los consideran un material irreemplazable para disparar el relato del menor, la descripción de actos y zonas específicas sin comprometer su cuerpo propio.

Otra posibilidad, que preferimos, es el uso de diagramas anatómicos [2]. Consisten en el uso de dibujos de niños, de la edad y grupo étnico del menor en cuestión, de frente y de espaldas y desnudos. Se trata de utilizarlos como disparadores de un posible relato allí donde no es espontáneo. Asimismo, sirven para verificar el conocimiento del niño de los nombres de las diferentes partes del cuerpo, de los nombres familiares para designar las zonas íntimas, y para determinar si distingue la diferencia entre los sexos. Además, el entrevistador podrá pedir al niño que indique -en el diagrama- dónde fue tocado, qué nombres le da a ciertas partes del cuerpo y determinar su ubicación.

Conocer la terminología que usa el niño para designar las partes del cuerpo, facilitará la entrevista forense. Cuando el niño pueda revelar el hecho ambos, el entrevistador y el niño, dispondrán de términos comunes para referirse a lo ocurrido, nombrando y/o señalando las partes del cuerpo en que ha sido tocado u obligado a tocar en el cuerpo del abusador.

Así como en algunos casos de maltrato no existen evidencias físicas del mismo, en la mayoría de los casos de abuso, tampoco es posible hallarlas. Tampoco existe un sindrome de abuso sexual, pero las estadísticas sugieren la presencia de uno o más de los siguientes efectos: comportamiento sexualizado inapropiado para la edad, trastornos por stress postraumático y depresión. Además, se podrá encontrar trastornos de comportamiento diversos. Existen cuestionarios, tanto para padres y cuidadores como para niños, según su edad, que abarcan las diferentes alteraciones que se encuentran en los respectivos cuadros.

Este tipo de técnicas, de por sí nada prueban. Es en el marco del proceso diagnóstico donde cobrarán sentido y, luego de nuestras conclusiones, obtendrán valor de prueba –que es lo que nos interesa obtener- para el destinatario. Las técnicas psicométricas y proyectivas -que tampoco pueden de por sí, aisladamente- probar algo consistente, son sin embargo de mayor jerarquía para nuestra evaluación. No se apoyan únicamente en las declaraciones voluntarias de los sujetos, ponen en juego mecanismos que escapan a su control consciente.

Criterios de validación

Investigadores [3] sobre el tema del abuso de menores han elaborado criterios de validación para aplicar sobre las declaraciones de los niños. Luego de diferentes pruebas estadísticas y estudios comparativos en los que se pusieron a prueba infinidad de variables, se seleccionaron 19 criterios que probaron ser los más confiables, y con los que acordaron mayor consenso las investigaciones de muchas partes del mundo.

El principio básico del análisis de declaraciones basado en criterios es que aquellas basadas en observaciones de sucesos reales (experimentados) se diferencian, en cuanto a la calidad, de las declaraciones que no están basadas en la experiencia directa sino que son el producto de la fantasía y la invención. Los criterios de realidad o de contenido reflejan características específicas que diferencian los testimonios verdaderos de los inventados. Obviamente, se tendrá en cuenta la edad del niño en cada caso.

Al analizar los criterios, tengamos en cuenta que existe la posibilidad de aplicarlos aun cuando la declaración como tal no haya tenido lugar. Esto es, podemos analizar el cuerpo de todo el material obtenido a la luz de la mayoría de estos criterios, asegurándonos además por esa vía, la credibilidad de nuestro diagnóstico, aunque éste provenga de otras fuentes.

Criterio 1. Estructura lógica: Los testimonios deben evaluarse teniendo en cuenta su consistencia lógica y/o homogeneidad contextual.

Criterio 2. Elaboración inestructurada: Este criterio tiene sentido, sólo cuando se trabaja con declaraciones en las que el testigo ha ofrecido un relato libre del suceso. Un estilo expresivo sin barreras y que produce una presentación inestructurada se considera signo de validez de un relato. Sin embargo, este criterio se subordina al 1.

Criterio 3. Cantidad de detalles: Un gran número de detalles en una declaración es una indicación de credibilidad porque es imposible para la mayoría de los testigos adornar un testimonio falso con numerosos detalles.

Criterio 4. Engranaje contextual: Los sucesos reales deben tener una base temporal y espacial.

Criterio 5. Descripción de interacciones: Aquí se habla de una cadena de acciones mutuas y reacciones del testigo y de la persona a quienes refiere el testimonio, principalmente en aquellos actos y discusiones que son mutuamente dependientes y que se relatan con fluidez. Para cumplir este criterio es suficiente que el niño describa las interacciones, incluso en forma torpe o extraña.

Criterio 6. Reproducción de la conversación: Se considera que este requisito se cumple especialmente cuando el relato incluye el vocabulario y el lenguaje del autor del delito, el cual generalmente es atípico para la edad del testigo. El relato debe crear la impresión de que el testigo volvió a experimentar el contexto verbal de la situación al hacer la declaración.

Criterio 7. Complicaciones inesperadas durante el incidente: El ámbito de estas complicaciones puede incluir, bien una interrupción imprevista, o bien alguna dificultad para la finalización espontánea del suceso antes de su terminación lógica.

Criterio 8. Detalles inusuales: Los detalles inusuales tienen baja probabilidad de ocurrencia, y no se espera que aparezcan en acusaciones inventadas.

Criterio 9. Detalles superfluos: Los detalles que no son esenciales para la acusación pero que el testigo describe en conexión con las alegaciones, pueden considerarse signos de la validez de una declaración.

Criterio 10. Incomprensión de detalles relatados con precisión: Este criterio se cumple si el niño relata acciones u ofrece detalles que él no comprende pero el entrevistador sí.

Criterio 11. Asociaciones externas relacionadas: Una asociación externa relacionada está presente cuando el testigo relata conversaciones que se refieren a otros sucesos.

Criterio 12. Relatos del estado mental subjetivo: Este criterio incluye la descripción de sentimientos, como miedo o asco, y de representaciones, como pensar en escapar mientras el suceso ocurría. También se destacan el valor de los relatos sobre la evaluación de las emociones y sus cambios durante el curso de los acontecimientos.

Criterio 13. Atribución del estado mental del autor del delito: Los estados mentales y motivos que el narrador atribuye al supuesto autor son signos de credibilidad de un relato, así como las descripciones de reacciones afectivas y estados fisiológicos del autor del delito como criterio de realidad.

Criterio 14. Correcciones espontáneas: Corregirse a uno mismo de forma espontánea durante una entrevista u ofrecer recursos nuevos o aclaratorios, se considera una característica a favor de la credibilidad de una declaración o al menos cuestionan un relato completamente ficticio o uno influenciado por una tercera persona.

Criterio 15. Admitir falta de memoria: Se supone que las personas que dan testimonios falsos de forma deliberada responderán a las preguntas, antes que admitir una falta de memoria de ciertos detalles. Admitirlo se considera signo de credibilidad.

Criterio 16. Plantear dudas sobre el propio testimonio: Plantear objeciones a la corrección del propio testimonio es también un indicio de la credibilidad de la declaración. Puede suponerse que una persona que está intentando parecer creíble cuando hace una declaración falsa, no se inclinará a plantear dudas sobre la veracidad de su alegación.

Criterio 17. Auto – desaprobación: La auto-acusación del testigo debido a una actitud autocrítica sobre su propia conducta frente al delito y/o agresor favorece la credibilidad de éste. Esta confesión de conducta inapropiada o errónea no se espera en el testimonio engañoso que pretende incriminar falsamente al acusado.

Criterio 18. Perdón al autor del delito: Si una declaración tiende a favorecer al acusado, o si el testigo no hace uso de posibilidades para otras incriminaciones, se considera una indicación de la veracidad del relato.

Criterio 19. Detalles característicos de la ofensa: Este criterio está basado en hallazgos empíricos criminológicos sobre el curso típico y características de crímenes sexuales específicos. El acuerdo entre el testimonio y las características conocidas de las ofensas se toma como indicador de la veracidad del relato.

Es necesario aclarar que los criterios pueden analizarse como presentes o ausentes, o puntuarse en cuanto a fuerza o grado en que aparecen en la declaración.


El relato del o de los niños. Armado de un ‘relato’, sobre todo cuando no lo hay. La caída de las contrahipótesis y la desestimación de lo que no es relevante y/o conveniente para la conclusión.

Aun cuando las técnicas no arrojaran datos significativos en relación con el diagnóstico de maltrato o abuso, el relato del niño bastará por sí mismo, una vez validado, para confirmar la presencia de tal diagnóstico. En algunos casos, y sobre todo cuando se trata de niños muy pequeños, el relato falta. Sin embargo, podemos llegar a verificar, en función de toda la evaluación, que el hecho existió. El trabajo consistirá, entonces, en armar un ‘relato’ a partir de todo el material obtenido, luego de haber puesto en juego nuestras contrahipótesis a lo largo de todo el proceso.

El desarrollo de la transferencia, así como la lectura de la secuencia de las entrevistas puede, en sí mismo, conformar un ‘relato’, al que se irán integrando otros elementos. Tomaremos, así, las entrevistas con los adultos, significativos o no, y también con los posibles agresores, las entrevistas con otros profesionales intervinientes, las rupturas que el presunto suceso operó en la continuidad de la cotidianeidad de los participantes, y cualquier otro dato que pueda resultarnos de interés para la investigación. De este modo, estaremos aplicando los criterios de validación establecidos para los relatos de los niños, a este relato construido. Finalmente, todos los datos obtenidos deberán formar parte de un relato coherente, en el que se verifique la concurrencia y la recurrencia de los mismos, lo cual nos permitirá arribar a una conclusión.

Por último, deberemos desechar aquellos datos que, no siendo ni significativos en sí mismos, ni contradictorios con el relato así armado, pudieran ser tomados como punta para la contraofensiva por el posible imputado. Por ejemplo, una madre, que denunciaba un caso de abuso sexual, había tenido en su infancia experiencias de negligencia por parte de su madre y, también, experiencias de abuso por parte de un amigo de la familia. Este dato, la existencia de historias de abuso en la infancia de los padres, es siempre ponderado como significativo, en el sentido de que puede dar lugar a convertir a una víctima en victimario, el abusado se convierte en sospechoso de ser abusador en la edad adulta. Por otro lado, su relato mismo pierde credibilidad, créase o no, por el hecho de haber tenido esa experiencia en la infancia. Cuando llegamos a concluir que el abuso que se denunciaba había sido extrafamiliar, decidimos omitir este dato en el informe. Consideramos que no agregaba nada y que, por otro lado, podía ser contraproducente para el sostén de la verdad que queríamos defender.


Posibles efectos de la operación pericial

¿Qué sucede con muchas denuncias por maltrato y/o abuso cuando los jueces no avalan las pruebas o cuando éstas no resultan suficientes siquiera para que se inicie un juicio? Podríamos pensar que todo ha sido inútil, que el niño ha pasado por la evaluación, con el costo subjetivo que implica, sin que su queja pueda ser alojada en el lugar adecuado, sin que pudiera prosperar.

Pero, también, tenemos que tener en cuenta que hay un efecto anterior a la sanción del otro de la legalidad. Es el efecto de la sanción por parte del adulto significativo, cualquiera sea, o la del adulto interviniente, maestro, vecino o quien sea -el que vio y/o escuchó el sufrimiento de ese niño- lo que también cuenta. Así, podemos pensar, más allá de que organizar el relato pueda ser un primer paso de la elaboración, que esa legalización que se produce porque alguien toma en serio su sufrimiento ya es una respuesta para el niño. Al menos es una respuesta preferible a la de la indiferencia, que es un modo de legitimar el maltrato. El niño podrá constatar que la justicia es muy imperfecta, pero ha pasado, a la vez, por la experiencia de ser tomado en serio en algún ámbito.


Confección del informe. Un modelo posible.

En cuanto al modelo de Informe, el que nos parece más abarcador es el que tomamos de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente [4]. Lo hemos modificado para adaptarlo a prácticas locales. Asimismo, cada caso en su particularidad podría requerir la inclusión de otros items. Vamos a ver de qué manera este formato incluye las variables que hemos tenido en cuenta hasta aquí y el modo en que nuestra presentación pueda ser comprendida por aquellos a quienes les toca evaluar su coherencia y verosimilitud.


Informe escrito

I) Datos de filiación: nombres, fechas de nacimiento, etc.

II) Motivo de la evaluación

III) Rol del evaluador pericial

IV) Técnicas administradas
a) Instrumentos clínicos
b) Instrumentos técnicos
c) Instrumentos auxiliares

V) Análisis del material obtenido

1) Antecedentes familiares y psicosociales
b) Padres, abuelos y bisabuelos
b) Pareja de padres
c) Antecedentes del niño
d) Características del niño anteriores a la fecha del hecho que se denuncia

2) Cronología de los hechos denunciados
a) Circunstancias inmediatamente anteriores al hecho
b) Cambios significativos en la conducta del niño
c) Datos esenciales para circunscribir el lugar del abuso y/o sus circunstancias (quién, qué, dónde, cuándo y cómo)
d) Cómo se produjo la revelación del abuso
e) Consultas con otros profesionales anteriores a la pericia
f) Exámenes médicos
g) Circunstancias y reacciones del entorno posteriores a la revelación
h) Declaraciones de otros sujetos intervinientes
i) Evolución de los vínculos luego de la revelación del hecho por parte del niño

3) Instrumentos Clínicos administrados a los adultos intervinientes
a) Fundamentación de la elección de los listados
b) Listado...
c) Listado...
d) Listado...
e) Comparación de los resultados comparados de estas técnicas entre sí

4) Hora de juego diagnóstica
a) Materiales
b) Primera entrevista
c) Segunda entrevista
d) ..............................
f) Conclusiones sobre la hora de juego diagnóstica

5) CAT
a) Análisis de las respuestas
b) Conclusiones

6) Rorschach
a) Análisis
b) Conclusiones

VI) Conclusiones
Algunas recomendaciones: es necesario incluir si hay posibilidad de falsa denuncia y cuáles serían los motivos de su realización. Sólo haremos afirmaciones sostenidas en los datos del informe, pero tenemos que dar opinión sobre si el hecho denunciado ocurrió y el grado de certeza que se nos impone al respecto. Asimismo, explicitar, si fuera el caso, los motivos por los que no es posible llegar a conclusión útil para la corte. En cualquier caso, evitaremos utilizar jerga profesional y traduciremos nuestros conceptos en un lenguaje comprensible.

VI) Recomendaciones
Podemos hacerlas pensando en el interés del sujeto infantil que ha dado su testimonio. Así, por ejemplo, podemos aconsejar un cambio de escuela, la separación, de algún miembro de la familia o del niño mismo, del hogar así como cualquier conducta pertinente de acuerdo al caso. Desde luego, consideraremos detenidamente las indicaciones que puedan ser realistas y que se desprendan de los datos del informe.

VIII) Bibliografía

 
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Notas y Bibliografía
 

[1] Hollida Wakefield and Ralph Underwager, The use of anatomically detailed dolls in forensic interviews. Institute for Psychological Therapies, Library resources. http://ipt-forensics.com/library/jmcraig2.htm
[2] Jennifer Anderson, Julie Ellefson, Jodi Lashley, Anne Lukas Miller, Sara Olinger, Amy Russell, Julie Stauffer, y Judy Weigman, Protocolo RATAC para entrevistas forenses de Cornerhouse
http://entrevistaforense.co.cp-14.webhostbox.net/wp-content/uploads/2011/05/CORNERHOUSE-PROTOCOL.SP1-completo1.pdf
[3] Josep Ramón Juárez López, La credibilidad del testimonio infantil ante supuestos de abuso sexual: indicadores psicosociales, Universidad de Girona, http://www.uc.cl/psicologia/buentrato/pdf/est_inv/maltra/mi_juarez.pdf
Steller y Kohenken (1989), Raskin y Yuille (1989)
http://psicologiajuridicaforense.wordpress.com/2011/04/13/analisis-de-contenido-basado-en-criterios-cbca/
[4] American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, http://www.aacap.org/

 
Bibliografía
 

Colombo, Rosa InésBeigbeder de Agosta, Carolina, Abuso y Maltrato Infantil. Hora de Juego Diagnóstica. Editorial Sainte Claire. Buenos Aires, 2003.
Beigbeder de Agosta, Carolina, Colombo, Rosa Inés y Barilari, Zulema, Abuso y Maltratro Infantil. Entrevista Inicial Institucional. Pericia Forense. Cauquén Editora. Buenos Aires. 2000.
Echeburúa, Enrique y Guerricaechebarría, Cristina, Abuso Sexual en la Infancia: Víctimas y Agresores. Un enfoque clínico, Ariel, Barcelona. 2.000
Colombo, Rosa Inés, Baigbeder de Agosta, Carolina y Barilari, Zulema, Abuso y Maltrato Infantil. Inventario de Frases. Cauquén Editora. 2ª edición: 2002.
Ames, Louise B. y otros, Child Rorschach Responses. Brunner/Mazel Publishers. New York. 1974
Siquier de Ocampo, M. L., García Arzeno, María E. y colaboradores, Las Técnicas proyectivas y el Proceso Psicodiagnóstico. Ediciones Nueva Visión. 1974
Colombo, por Rosa Inés, Baigbeder de Agosta, Carolina y Barilari, Zulema Abuso y Maltrato Infantil, Indicadores en Persona bajo la lluvia. Cauquén Editora. Buenos Aires. 2004
Nodelis, Haydée. Test de Rorschach. Test de la Familia. Operadores para diagnóstico e intervenciones,. Catálogos. Buenos Aires. 2005

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