“Los
acampados de la Puerta
del Sol han alcanzado
por fin un acuerdo de mínimos. Los cuatro puntos
aprobados en la asamblea
general de ayer por
la tarde centran las líneas de debate en la consecución
de una reforma electoral que permita “una democracia
más representativa y de proporcionalidad real”
y el desarrollo de “mecanismos efectivos de participación
ciudadana”. También exigen que se luche
contra la corrupción
y que se aprueben normas
para “una total transparencia política”,
la separación
efectiva de los poderes públicos y
“la creación
de mecanismos de control ciudadano
para la exigencia efectiva de responsabilidad
política”.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/los-indignados-sol-centran-sus-reivindicaciones-minimas-mejora-del-sistema-politico-1020548”
Pero como los festejos futbolísticos son más
importantes, lo mismo que la actividad de los comercios
de la zona, hoy viernes 27 han sido desalojados a la
fuerza… para luego volver a armar el campamento.
En los últimos meses hemos visto diversas sublevaciones
que se iniciaron en Egipto, produjeron contagios a países
vecinos, y ahora se hacen presentes en Europa, con una
cabecera de playa que es España. Los análisis
se centralizan en la crisis económica, siendo
estas sus consecuencias. Pero esa explicación
es parcial: es una explicación que sigue pensando
a la economía en el centro (lo capital de una
sociedad: eso que conocemos como capitalismo). Sin embargo,
las reivindicaciones exceden ampliamente lo económico.
Son más profundas, porque son políticas.
Y son políticas en el sentido profundo del término:
ponen en cuestionamiento las significaciones que ordenan
a la sociedad, el sentido sobre el cual esta se asienta,
por ende, el Poder. Ese sentido que es soporte del sentido
que cada sujeto a su vez teje. No nos detendremos en
este punto por ahora. Sólo queremos resaltar
la diferencia que existe entre los procedimientos democráticos
y un régimen democrático. El día
de las elecciones en España, en las calles se
luchaba por la implantación de un régimen
democrático, mientras se llevaba a cabo el procedimiento
democrático de elecciones. Los
procedimientos democráticos son vacíos
si no están insertos en un régimen democrático.
Pero, ¿qué es un régimen democrático?
El mismo se origina en el rechazo de la representación
política. En Argentina en 2001/2002 pudimos palpar
de cerca el rechazo a la representación, el firme
deseo de los sujetos de ir ellos mismos a las instancias
de poder, de erigirse ellos mismos en una instancia
de poder, tal como fue descripto en la primera parte
de este trabajo.
Oportunamente analizaremos de qué se trata la
representación, y cuál es su crisis.
Lo que podemos adelantar, es que en la Historia, cada
vez que un régimen entra en crisis, suelen activarse
mecanismos asamblearios en la sociedad, y se lucha por
instituir una democracia directa. Tal era lo que pasaba
en la Francia de la Revolución. Y esas asambleas
pueden conducir o bien a cambios drásticos en
el orden social (tal como ocurrió con la Revolución
de los soviets, luego cooptada por una burocracia que
hizo que el movimiento fuera conducido a un régimen
totalitario) o a embates que dejan tambaleante al poder
político, que luego podrá recomponerse
(como ocurrió en Argentina); pero en todas partes,
en todos los tiempos de la Historia, siempre ha estado
presente la tendencia a la autonomía de los colectivos
sociales.
Una vez agitado el colectivo social, la “loca
de la casa”, la imaginación, se pone en
acción. Cuando en el París en 1968 se
sostenía “La imaginación al poder”,
se decía que la imaginación debía
liberarse del control impuesto socialmente (tal como
la represión oculta y controla contenidos de
la psique), a través de la educación,
los medios de comunicación, el poder del Estado,
la religión, etc., y lanzarse a la aventura de
imaginar otros mundos sociales. Insistimos: no hay un
destino garantizado para las revueltas.
Pero, ¿es necesario reiterar lo que Beckett escribiera?:
"Lo has intentado.
Has fracasado. No importa. Inténtalo de nuevo.
Fracasa de nuevo. Fracasa mejor."
En La autonomía
es un virus, de Insignificancia
y autonomía. Debates a partir de Cornelius Castoriadis,
hay algunas citas de éste, sumamente oportunas
para ocasiones como la presente:
«En una sociedad autónoma, el colectivo
se reapropia del poder. Esto presupone pasión
por la democracia, la libertad y los asuntos comunes
a todos, ocupando esto el lugar de la distracción,
el cinismo, el conformismo y la loca carrera por el
consumo».
«Una sociedad autónoma rechaza la categoría
de individuos cuyo papel, oficio e interés sea
dirigir a los demás. - lo
que no significa que no haya dirección.»
«Jerarquía y democracia se oponen».
«Contenido del socialismo: consiste en autogestión
generalizada, democracia directa, igualdad. Sigue siendo
pertinente la alternativa socialismo o barbarie, y la
revolución es la autonomía en el campo
político».
«El precio a pagar por la libertad es la destrucción
de lo económico como valor central, y de hecho,
único».
«Una sociedad sin Estado, es decir, sin aparato
burocrático jerárquicamente organizado,
separado de la sociedad y dominándola, es posible,
concebible, deseable. Pero una sociedad sin instituciones
explícitas de poder es un absurdo, en el cual
han caído tanto Marx como el anarquismo.»
«Hay que salir de la envoltura mortífera
de la tradición organizacional, no sólo
del “centralismo democrático” sino
de todo aquello que en las organizaciones tradicionales
alimentaba la tendencia a la burocratización
y a la jerarquía. Tenemos que inventar nuevos
modos de estar juntos, discutir en conjunto y decidir
en conjunto dentro de una organización política.
Está claro a partir de qué deberíamos
poder definir esos modos y qué debe inspirarlos.
Pero cuando queremos pasar a la realización chocamos
con una patología siempre resurgente de los grupos
en la sociedad capitalista contemporánea que
demuestra ser muy difícil de superar.»
Continuaremos la semana próxima.
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